Las reacciones de LaLiga: «El racismo es una enfermedad que se cura con educación»
Marca.- Todos los equipos de la Primera división española, ésa que regresará el próximo jueves si el virus no lo impide, cuentan con jugadores negros en sus plantillas. El dato no debería tener importancia alguna, sobre todo atendiendo a que «el deporte es el esperanto de las razas», frase atribuida al dramaturgo francés Jean Giraudoux, pero la tiene desde el momento en que el racismo sigue presente en la sociedad, tal y como nos ha venido a recordar desde Estados Unidos la violenta muerte de George Floyd. Y si está en la sociedad… está en el fútbol.
Ahora bien… ¿resulta exagerada la cantidad de respuestas con origen en LaLiga para un hecho que al fin y al cabo nada ha tenido que ver con la misma? O, por formularlo de otra manera, ¿se atiende demasiado a la discriminación que adquiere un carácter mediático y demasiado poco a la de nuestro día a día? «Supongo que estamos de acuerdo en que todos somos iguales y en que se trata de un ataque a la dignidad humana en pleno siglo XXI, pero sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, cuando se producen episodios que llaman la atención», responde Salvador Rodríguez Moya.
No hay voz más autorizada que la suya para considerar la cuestión, autor como es de ‘Tarjeta negra al racismo’, ‘Mordisco al racismo’ y ‘Sin odio de la A a la Z‘: «El primero es una adaptación de mi tesis doctoral [‘Racismo en el fútbol profesional. Realidad social y dimensión mediática’], en el segundo construí una historia más literaria, a partir del episodio de Dani Alves y el plátano, y en el tercero, más internacional [tiene versión en inglés, ‘Catching hate offside’, presentada en Wembley], busqué un protagonista con cada letra para narrar un episodio». Así que conviene detenerse en sus reflexiones…
«Lo primero es reconocer el problema y lo segundo saber su verdadero calado con una estadística objetiva que hagan personas sin interés en el tema. No valen informes de LaLiga o de la Federación, de los que no se sabe hasta qué punto incluyen datos reales. En primer lugar pienso que hay más racismo del que creemos o tenemos constancia, sólo hay que darse una vuelta por cualquier campo de cualquier categoría de cualquier ciudad. Ahora se ha puesto el foco en Estados Unidos y en un caso ajeno al fútbol, porque las tecnologías dan acceso a todo lo que pasa, pero aquí también lo tenemos. Y en Inglaterra se ha producido un rebrote. Y en Italia sigue habiendo casos. Y en los países del este europeo es un problema emergente…»
#VidasNegrasImportam
George Floyd murió el pasado 25 de mayo en Minneapolis, después del ya célebre episodio en el que su «I can’t breathe» desesperado no sirvió para evitar que el policía Derek Chauvin siguiera clavando una rodilla en su cuello. Allí tomó forma una ola de indignación que en el caso de Estados Unidos derivó en manifestaciones de protesta con incidentes y en el del resto del planeta en reacciones de condena. En lo que al fútbol respecta, Thuram, Sancho y Achraf dedicaron goles en la Bundesliga al fallecido, mientras la plantilla del Liverpool se arrodillaba antes de un entrenamiento tal y como hace unos años ponía de moda en la NFL Colin Kaepernick, precisamente para denunciar las actitudes racistas. El fútbol americano, curiosamente, fue el deporte el que hizo sus pinitos Floyd.
Por fin en España, el Barcelona como institución fue de los primeros en posicionarse, utilizando para ello una palabra que, lamentablemente, la covid-19 ha puesto de moda: «El racismo, como forma de discriminación que pretende degradar y marginar a las personas por su género, orientación sexual, origen o color de la piel, es una pandemia que nos afecta a todos. En el Barcelona no dejaremos de luchar contra él. Ése es también nuestro compromiso». Leo Messi se unió el pasado martes, con el mensaje ‘Blackout tuesday’ sobre fondo negro. «Una cosa que ayudaría mucho es que las figuras del fútbol hicieran una cruzada al estilo de Lewis Hamilton o Tiger Woods. Que se vuelquen en campañas sin que haga falta un episodio como éste para que salten», explica Moya.
En el Real Madrid llamaron la atención Vinícius y Rodrygo, utilizando un dibujo que mezcla el rostro de Floyd y el propio con las banderas estadounidense y brasileña, en este caso tiroteada. El lema, rotundo: «#VidasNegrasImportam». El segundo de los futbolistas citados añadía además una imagen de un niño con un cartel en el que se puede leer «Am I next?» («¿Soy el siguiente?»). Thomas, por parte del Atlético, lo dejaba claro también, «todos somos humanos», aunque uno de los mensajes más profundos fue el de Gabriel Paulista desde Valencia, con motivo de una celebración de gol: «Mirad la foto y decidme si veis muchas diferencias entre nosotros de raza o nacionalidad […] Hay enfermedades que se curan con la ciencia y vacunas, otras con educación y valores. ¡Basta ya de racismo en el mundo!«. Borja Iglesias se pintó las uñas de negro.
Caso aparte es de Iñaki Williams, otro que ha estado especialmente activo en redes, porque se trata del último futbolista de la máxima categoría española que sufrió un episodio racista por parte de un sector de la grada. Fue el 25 de enero, en Cornellà, y, efectivamente, la unanimidad del corto plazo posterior apenas se ha traducido en sanciones. Apertura de expediente… y a esperar. «Todos somos personas, da igual la nacionalidad o el color de la piel. La gente tiene que venir a ver al jugador y a disfrutar del fútbol, no a insultar por ser de otro país o de otro color», lamentó ese día el del Athletic. «Si pones un micro entonces todo el mundo está en contra, Tebas, Rubiales, el CSD, el que sea, pero al día siguiente desaparece el tema. No interesa«, concreta Moya.
«Cuando lo de Etoo me llamó hasta la CNN», añade. Lo de Etoo fue el amago de abandonar el terreno de juego de La Romareda, en febrero de 2006, por los gritos racistas que estaba sufriendo. Con el de Alves citado antes (se comió el plátano que le habían lanzado desde una grada de El Madrigal), quizás los dos episodios más conocidos de una relación lamentable en lo que al fútbol español respecta: «Hubo sendos gestos muy mediáticos, sí, pero nada puede quedarse ahí, en declaraciones de intenciones. Hay que ponerse las pilas«.
Aficiones contra sus jugadores
Entre los que resolverán el campeonato, por citar uno de cada equipo, estarán Semedo, Marcelo, Koundé, Isak, Djené, Lodi, Kondogbia, Anguissa, Eteki, Williams, Estupiñán, Emerson, Boateng, Salisu, Pape Diop, Pape Cheikh, Lago Junior, Omeruo o Naldo. Conviene introducir un matiz cuanto antes en lo que al caso del Alavés respecta, porque, traspasado Wakaso al fútbol chino el pasado enero, lo cierto es que la escuadra vitoriana no tiene con ficha futbolista de color alguno (perdónese en aras de evitar repeticiones la hipócrita corrección política de la expresión)… aunque sí con nómina, o eso se supone: el camerunés Fuchs, contratado el pasado verano, cedido al Maccabi Haifa, desvinculado de forma unilateral del conjunto israelí y cuyo futuro aún deberá resolverse.
«Para mi tesis ya hablé con un futbolista de negro de cada equipo de Primera y la mayoría tenían claro que había racismo«, se remonta el investigador. «También, eso sí, que ellos eran unos privilegiados como estrellas del deporte, mientras los demás podían pasarlo fatal», añade. «Y a mí no me vale eso de que el problema es el color de la camiseta y no el de la piel, porque se han dado casos de aficiones que se volvían contra sus propios jugadores», matiza, recordando entre otros el de Achille Emaná con los ultras del Betis, episodio por el que el propio presidente de la FIFA se declaró «asqueado».
Se supone que ese problema del público quedará latente en este tramo final de competición a puerta cerrada, pero la reflexión que deja el ‘caso Floyd’ en lo que a su reflejo en el fútbol respecta pasa en todo momento por que el rechazo a cualquier forma concreta de racismo es plausible, faltaría más… siempre y cuando venga acompañada por una labor pedagógica constante. «Queda camino por andar. Es un problema controlado, sí, pero no superado. No se puede hablar de un mal endémico, porque no hay más racismo en el fútbol que en la sociedad, pero tampoco se puede ni debe ocultar«, completa Moya.
Al final, en eso da toda la razón a Paulista, todo pasa por los valores: «No hay que bajar la guardia. Es un problema de incultura y de prejuicios, que no sabe de países desarrollados o no y del que ninguno estamos libres. Las sanciones pueden funcionar a corto plazo, pero la clave fundamental es la educación».
Porque, conviene insistir en ello, nadie nace odiando.
Porque, conviene insistir también, sólo hay una raza: la humana.