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Las vidas juzgadas de las mujeres musulmanas

Funete: Cadena Ser
Fecha: 01/06/2018

Djamila llegó hace 16 años a Euskadi procedente del Sáhara. Tras vivir en Basauri, hace ocho años se trasladó a Arrasate donde vive actualmente y donde ha fundado la Asociación IMME de mujeres musulmanas. Cansada de los prejuicios y de las miradas escrutadoras, decidió acercar su cultura y su religión a la población a través de un documental titulado Cruzando Caminos, dirigido por Itziar Bastarrika.

En A vivir que son dos días Euskadi, Djamila ha explicado el verdadero propósito de ese trabajo: acabar por los estereotipos y romper con el estigma de la mujer musulmana sometida, analfabeta, recluida y pobre. «La gente desconoce el mundo fuera de sus entornos. Quiero acabar con el miedo que hay entre culturas», explica. Nagla es otra de las protagonistas del documenta. A sus 35 años, está divorciada y es madre de tres niños. «Es desconocimiento. Muchas personas piensan que somos ignorantes sin conocernos antes, porque no esperan a conocer a las personas antes de juzgarlas».

Ikram tiene tan solo 22 años, es de Marruecos y lleva 5 años en Arrasate. Estudia Traducción e Interpretación en Vitoria-Gasteiz. «Yo me siento más cómoda en el ámbito universitario. Las personas son más abiertas. Hay una gran diversidad entre los estudiantes, no soy la única extranjera, hay de todas las nacionalidades, y ahí no me siento rara. Pero cuando salgo a la calle, ahí sí». Para Ikram «el velo no es sumisión, es un proceso de liberación».

Ikram reconoce que le han rechazado en algunos trabajos por llevar el velo. «Yo no puedo renunciar a mis creencias. Esto no es solo un accesorio, es algo más. Forma parte de mí». Djamila cree que no solo es el problema del velo. «Yo cuando empecé a trabajar, explica, trabajé en traducción e interpretación porque es el único ámbito donde se puede trabajar, porque se necesita el árabe, el francés…en el juzgado, en la Ertzaintza… Yo no llevo velo y siempre pongo mi foto en el currículum pero nunca me llaman».

Djamila llegó hace 16 años a Euskadi procedente del Sáhara. Tras vivir en Basauri, hace ocho años se trasladó a Arrasate donde vive actualmente y donde ha fundado la Asociación IMME de mujeres musulmanas. Cansada de los prejuicios y de las miradas escrutadoras, decidió acercar su cultura y su religión a la población a través de un documental titulado Cruzando Caminos, dirigido por Itziar Bastarrika.

En A vivir que son dos días Euskadi, Djamila ha explicado el verdadero propósito de ese trabajo: acabar por los estereotipos y romper con el estigma de la mujer musulmana sometida, analfabeta, recluida y pobre. «La gente desconoce el mundo fuera de sus entornos. Quiero acabar con el miedo que hay entre culturas», explica. Nagla es otra de las protagonistas del documenta. A sus 35 años, está divorciada y es madre de tres niños. «Es desconocimiento. Muchas personas piensan que somos ignorantes sin conocernos antes, porque no esperan a conocer a las personas antes de juzgarlas».

 Ikram tiene tan solo 22 años, es de Marruecos y lleva 5 años en Arrasate. Estudia Traducción e Interpretación en Vitoria-Gasteiz. «Yo me siento más cómoda en el ámbito universitario. Las personas son más abiertas. Hay una gran diversidad entre los estudiantes, no soy la única extranjera, hay de todas las nacionalidades, y ahí no me siento rara. Pero cuando salgo a la calle, ahí sí». Para Ikram «el velo no es sumisión, es un proceso de liberación».

Ikram reconoce que le han rechazado en algunos trabajos por llevar el velo. «Yo no puedo renunciar a mis creencias. Esto no es solo un accesorio, es algo más. Forma parte de mí». Djamila cree que no solo es el problema del velo. «Yo cuando empecé a trabajar, explica, trabajé en traducción e interpretación porque es el único ámbito donde se puede trabajar, porque se necesita el árabe, el francés…en el juzgado, en la Ertzaintza… Yo no llevo velo y siempre pongo mi foto en el currículum pero nunca me llaman».

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