Los mensajes de una madre que descubre que su hija hace ‘bullying’
Fuente: El País
Fecha: 16/02/2018
«En casa se ha hablado una y mil veces de qué es el ‘bullying’, cómo se origina y qué no se debe hacer para convertirse en una acosadora»
Estamos muy acostumbrados a conocer testimonios de padres cuyos hijos sufren acoso escolar. Hemos escuchado y leído muchas veces las historias de esas víctimas. Son muchas, como indican los datos de la ONG Save the Children: uno de cada diez alumnos de Secundaria en España reconoce haber sido víctima de acoso. La otra historia, la de los acosadores, no trasciende tan a menudo, ni de cómo lo viven sus familias.
La cuenta de Twitter @2Cronopia compartió este jueves 15 de febrero un relato de bullying desde la perspectiva de la madre de una acosadora. Su hija, bajo el seudónimo de Tiburcia, es una de las compañeras de clase que complica la vida de Erífila, seudónimo de la víctima. @2Cronopia juega con la ambigüedad en su hilo en Twitter. Habla de pequeños gestos, nada que a priori parezca acoso, pero sí que lo es. «Lo peor de todo esto es que en casa de Tiburcia se ha hablado una y mil veces de qué es el bullying, cómo se origina y qué NO se debe hacer para convertirse en una acosadora», dice la autora del hilo, que lleva más de 14000 retuits en un día desde el 15 de febrero. Así empieza la historia, que puedes leer completa al final del artículo.
Mirad cómo es el bullying de discreto, pillo, cabronazo y difícil de detectar:
Dos amigas de toda la vida llegan a 6º de primaria. Ahí empiezan a tener algún roce, nada importante. Cosas de crías.
— Cronopia (@2Cronopia) 15 de febrero de 2018
Una de ellas amplía el círculo de amistades y se van separando, aunque la amistad sigue ahí.
Un día, una de ellas -llamémosle Tiburcia- llega a casa diciendo que ya nunca más quiere ser amiga de la otra -llamémosle Erífila-.
— Cronopia (@2Cronopia) 15 de febrero de 2018
A que os molan mis nombres.
— Cronopia (@2Cronopia) 15 de febrero de 2018
Bien. Tiburcia dice que ya no quiere ser más amiga de Erífila y en su casa le dicen que ningún problema, que ella es muy libre de tener las amistades que quiera.
— Cronopia (@2Cronopia) 15 de febrero de 2018
En otros dos tuits posteriores, visto el éxito de su hilo en Twitter, @2Cronopia reclama que más testimonios parecidos salgan a la luz: «Cada vez que se habla del tema, salen decenas de personas recordando cómo fueron víctimas de bullying en el cole o en el instituto. Pero… ¿y los acosadores?¿Dónde están?¿Por qué nunca se pronuncian? Igual no estaría mal que se atrevieran a dar la cara ahora, de adultos: yo acosé, yo agredí, yo insulté, yo hice la vida imposible a un compañero. ¿O es que ellos nunca toman conciencia de que actuaron mal?».
En su página web, la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) da 10 pautas para padres para prevenir el acoso escolar. No solo habla de cómo identificar a posibles víctimas, también explica cómo intentar evitar que los niños acosen.
Enséñale que existen límites: Que no se pueden traspasar, ni en casa, ni fuera de ella y que los actos violentos tienen consecuencias para quien los hace. Asegúrate que tiene clara la diferencia entre “ser popular” (por ser agresivo o acosador) y ser aceptado y querido por los demás por su forma sana de relacionarse.
Indica a tu hijo/a que si existe una situación de violencia en el centro escolar, ha de ser solidario: No defender a un compañero y acallar la situación, también implica formar parte del juego del acoso escolar y fortalecer la posición de poder del agresor. “Si te callas, ante el acoso a otro compañero, te conviertes en cómplice y en agresor pasivo”. Ayúdale a ser empático/a : “ponerse en el lugar de la víctima”. Reflexiona con tu hijo/a ¿Si alguien te acosara, cómo te sentirías.
Si tu hijo/a muestra actitudes violentas para conseguir algún fin, corrígele: No dejes que esta sea la manera en que logra sus objetivos, y muéstrale también a través de tu ejemplo como padre / madre, que las metas se alcanzan sin necesidad de ser violentos. Aprender a respetar a los demás es básico en cualquier relación de convivencia.
La Fundación ANAR coordina un servicio de ayuda telefónica para víctimas de bullying y familiares. A lo largo del 2016 recibieron 52966 llamadas. 1200 de ellas se identificaron como casos de bullying, el doble que en 2015. «Nuestros teléfonos nunca se toman un respiro. Al otro lado, hay menores en apuros. La mayoría de veces, tan solo necesitan un poco de orientación. Pero, en otras ocasiones, sus llamadas de auxilio te hielan», explicaba en Verne en abril de 2017 una de las orientadoras, Yanire Gutiérrez.