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Más de la mitad de los alumnos que sufren acoso escolar son discriminados por su aspecto físico

El Mundo.- Para muchos estudiantes, especialmente para los más pequeños, la vuelta al cole es sinónimo de ilusión: reencontrarse con los compañeros, conocer a los nuevos profesores, volver a jugar en el recreo… Pero, a otros, el regreso a las aulas les devuelve a una realidad que asusta: casi uno de cada diez alumnos españoles dice ser víctima de acoso escolar o conocer a alguien que lo es. Entre quienes sufren bullying, el 58% tiene entre 11 y 12 años, el 36% oscila entre los 13 y 14, y un 6% es menor de 11 años.

Según revelan las cifras del informe publicado por la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación ANAR este miércoles, la incidencia de las agresiones en las aulas se está reduciendo año a año: si el curso pasado el 12% del alumnado decía ser víctima o conocer a una víctima de acoso escolar, ahora esa proporción es del 9,5%. Sin embargo, este sigue siendo uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el sistema educativo cada inicio de curso, más ahora que las redes sociales facilitan que las agresiones se produzcan no solo dentro, sino también fuera de las aulas -en el 70% de las ocasiones el acoso es solo presencial, en el 10% es solo ciberbullying y en el 20% es mixto-.

Los motivos que provocan esta situación son de toda clase. En seis de cada diez casos, el acosador discrimina al compañero «por lo que hace o dice», mientras en el 56% de las ocasiones se mete con él o ella por su aspecto físico. Los problemas psicológicos, discapacidades o dificultades con el lenguaje están detrás de uno de cada tres casos de acoso escolar, un 16% de las víctimas está discriminada por su cultura, raza o religión, y un 7% por su orientación sexual -las agresiones por estos últimos motivos han caído casi diez puntos porcentuales en el último año-. Ser nuevo en un colegio también es razón de acoso, al igual que las notas que un alumno obtenga. Y, en uno de cada cinco casos, la situación viene derivada de que «el acosador es agresivo».

El bullying en el entorno escolar se materializa, muy mayoritariamente, en forma de insultos, motes o burlas. En el 43% de los casos la discriminación provoca una situación de aislamiento a la víctima, mientras que una de cada cinco veces la agresión viene en forma de golpes y/o amenazas. Sigue siendo predominante el acoso escolar en grupo -50%-, aunque su incidencia ha caído casi 20 puntos porcentuales en el último año.

Alarmante es también la duración de las agresiones: casi la mitad de las veces la discriminación se extiende durante meses, e incluso durante años en el 27% de los casos. Solo una de cada cuatro víctimas dice que la situación de bullying duró menos de 30 días. Aunque no existe un patrón que identifique a los agresores, estos sí suelen compartir algunas características: sentimiento de superioridad, agresividad, falta de control, impulsividad… El 80% de los alumnos que acosan a un compañero tiene «normalizada» la violencia y un porcentaje casi idéntico sufre problemas familiares.

La mitad de compañeros no actúa ante el acoso

Ante una situación de acoso en el aula, la actuación -o la pasividad- de los compañeros puede ser determinante. Sin embargo, según revela el informe, en el 47% de los casos los alumnos no hacen nada si detectan que otro estudiante está siendo discriminado. Esto, lejos de ir revirtiéndose con el tiempo, empeora respecto al año pasado, cuando el porcentaje que no actuaba ante una situación de acoso era del 44%.

Por el contrario, cada vez son más los profesores que logran detectar el bullying e intervienen. El 71% de los docentes actúa ante un caso de acoso escolar, una proporción casi diez puntos porcentuales mayor a la del curso pasado. Su intervención suele consistir ayudar y apoyar a la víctima, vigilar la evolución de la situación y, en el 40% de las ocasiones, castigar al agresor de diversas formas: con un cambio de grupo, prohibiéndole participar en extraescolares o expulsándole de algunas clases.

Uno de cada cinco profesores españoles tiene constancia de algún caso de acoso en sus aulas, un porcentaje que cae notablemente respecto al 50% de los docentes que lo afirmaba hace un año. La mitad de las veces, el profesorado conoce la situación porque se lo ha contado la propia víctima o un miembro de su familia, aunque en el 46% de las ocasiones ellos mismos ya tenían alguna sospecha. Una de cada tres veces los compañeros acuden al profesor si detectan que otro alumno sufre bullying.

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