Muere el último soldado que ayudó a liberar el campo de concentración de Auschwitz

ABC.- El hombre de 98 años era originario de la Unión Soviética y entrenador de esgrima de gran éxito tras la Segunda Guerra Mundial

El 27 de enero de 1945 supuso un antes y un después en la vida de David Dushman. Aquella jornada conformó lo que aquel soldado de 21 años sería para el resto de su vida, liberador de Auschwitz a las órdenes del general soviético Anatoly Shapiro y testigo directo de la barbarie para las futuras generaciones. Conducía un tanque T-34 con el que pasó por encima de la valla electrificada que rodeaba el campo de exterminio nazi, ante el estupor de los contados supervivientes, en los que resultaba imposible un gesto de alegría en el rostro a pesar de que se trataba de la liberación. «Muchos de ellos duraron solo unas horas, unos días más. Su estado era tan lamentable que no pudimos hacer mucho por ellos», recordaba Dushman en las conferencias que repitió hasta el final de sus días, año tras año, en los colegios alemanes. Su fallecimiento este fin de semana en Múnich impedirá que falte en adelante a esa cita escolar y privará a los alumnos a partir de ahora de un relato fundamental para la memoria alemana.

Dushman ya se las tuvo que ver con la violencia totalitaria desde niño. Su familia vivió la marginación, la difamación y la exclusión social por el hecho de ser judía en la Rusia comunista. Su padre, médico de profesión, fue víctima de las purgas estalinistas y murió en un campo de trabajo del norte, en el círculo polar ártico. Pero al abandonar el tanque y poner un pie en Auschwitz, tras sobreponerse a un «edor nauseabundo que te impedía respirar», se vio frente al horror en su estado más puro, como nunca antes había tenido que enfrentarlo. «Veíamos los hombres en puros huesos, veíamos las montañas de cadáveres, veíamos los hornos… pero nuestra mente no era capaz de reunir todos aquellos elementos y componer una realidad porque era demasiado horrible», explicaba a los alumnos en sus charlas, «tardamos horas, días, en asumir lo que estábamos viendo, seguramente porque el ser humano no es capaz de asimilar tanto mal».

Después de la guerra, y mientras continuó con su labor de divulgación sobre el Holocausto, hubo de forjarse una profesión. Entrenó durante cuarenta años a la selección nacional femenina de esgrima de la URSS, entre 1952 y 1988, y fue distinguido con decenas de medallas y condecoraciones de honor. Su vida no siguió ajena a los avatares de la historia europea del siglo XX y en 1972, cuando asistía como entrenador a los Juegos Olímpcos de Múnich, vivió muy de cerca el secuestro de once deportistas israelíes por parte de un comando terrorista palestino, que se saldó con 17 muertos. «Aunque la guerra europea había terminado, todos fuimos de nuevo conscientes de que hay poderes violentos al acecho. Esta lucha es para siempre y si no la libramos estamos condenados a ser sus víctimas», recordaba sobre el funesto acontecimiento.

Los horrores del totalitarismo

Dushman era el último de los liberadores de Auschwitz que quedaba con vida. Mantuvo hasta el final su compromiso con la tarea de transmitir a los jóvenes los horrores del totalitarismo y se dedicó a ello a tiempo completo tras su jubilación. Los últimos 25 años, de hecho, residió en Múnich, ciudad a la que se trasladó porque así estaba más cerca de los centros de educación secundaria a los que enfocaba su trabajo de divulgación. «Todo lo que quedaba de aquellas personas, que solo unos años antes tenían familia y amigos, tenían un trabajo y vivían aportando sus habilidades a la sociedad, eran un par de ojos en cuencas hundidas y que miraban al vacío», recordaba en sus últimas apariciones, «eran solo ojos, pero ojos que ya no podían ver nada, miraban al vacío y estaban desconectados de la vida».

Dushman subrayaba siempre la sorpresa que la tropa se llevó al descubrir la existencia de Auschwitz. Se toparon con el campo casi por casualidad, mientras avanzaban, no habían sido informados por la comandancia. «Shapiro, como comandante del batallón, les dijo a los supervivientes que eran el ejército soviético y que quedaban libres del dominio alemán. Pero ellos no reaccionaban, no podían ni mover la cabeza o decir una palabra. Eran muertos vivientes», describía sobre la llegada al campo, «les dimos comida tratamos de dar atención médica en la medida en que podíamos y después continuamos la marcha… intenté saber qué había sido de ellos muchos años después, pero casi todos murieron en cuestión de poco tiempo».

Se estima que en Auschwitz-Birkenau desde mayo de 1940 hasta enero de 1945 fueron exterminadas 1,1 millón de personas, la mayoría de ellas judíos polacos. «Cada testigo que nos deja es una pérdida, pero la despedida de David Dushman ha sido particularmente dolorosa», se ha pronunciado en un comunicado la presidenta de la Comunidad Judía en Múnich y alta Bavera (IKG), Charlotte Knobloch, «como héroe de Auschwitz, salvó innumerables vidas, y como coetáneo nuestro, era el último que podía hablar en primera persona sobre el campo, desde la propia experiencia personal de la liberación del campo».

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