Mujeres sexualizadas y hombres considerados poco viriles: qué pasa cuando sales del armario bisexual
Diario.es Las personas bisexuales siguen enfrentándose a estereotipos que conciben su identidad como una fase, un signo de promiscuidad o de confusión
También deben salir del armario con sus parejas sexuales o afectivas: «Es común que los hombres te sexualicen. Les despierta el deseo que puedas estar con otra mujer, que además no ven como amenaza», dice Sofía
«Es algo habitual que la gente piense que somos gays y lo estamos ocultando o que no nos hemos dado cuenta todavía», cuenta Carlos
Invitarte a aceptar tu «verdadera» orientación; sugerir que debes de ser una persona muy activa sexualmente; concebir tu identidad como una fase o una confusión. El abanico de prejuicios a los que se enfrentan las personas bisexuales está por todas partes: en la familia, con los amigos o en el trabajo. Pero un espacio en el que se replican con frecuencia es en el ámbito de las parejas sexuales o afectivas, ante las que muchas veces también tienen que salir del armario. La invisibilidad de esta orientación sexual, la B de LGTBI, suele provocar que las personas bisexuales sean pensadas como homosexuales o heterosexuales dependiendo de si están con alguien de su mismo sexo o no.
Cuenta el antropólogo Ignacio Elpidio Domínguez, autor de Bifobia. Etnografía de la bisexualidad en el activismo LGTB (Egales), cómo un compañero suyo, víctima de una agresión que él también sufrió, decidió ocultar su bisexualidad ante la Policía y decir que era gay «por miedo a que redujera la importancia y el componente de odio de la denuncia». La anécdota es paradigmática y aunque las personas consultadas para este reportaje coinciden en señalar la aceptación cada vez mayor, lamentan que los prejuicios sigan reproduciéndose.
Es común que la bisexualidad sea concebida, no como una orientación sexual en sí misma, sino como una fase de transición hacia la homosexualidad, un signo de confusión o incluso de promiscuidad. También dentro del propio colectivo LGTBI. Un conjunto de clichés que se calca en las relaciones afectivo sexuales. «Hay mucha diversidad, pero es común que los hombres heterosexuales te sexualicen. Les despierta el deseo que su chica pueda tener relaciones con otras mujeres y además no las ven como amenaza», dice Sofía, una joven madrileña de 30 años.
Coincide con ella Sara, gallega residente en Madrid de dos años menos, que apunta al «componente patriarcal» que tiene que muchos hombres «no vean como rivales a las mujeres con las que podemos estar» de forma que «solo ven peligrar su posición o sienten celos cuando entra en escena otro hombre». Una reacción «muy molesta y machista», explica Sofía, que vivió en su última pareja: «Es doloroso que les parezca bien o no cuestionen tu bisexualidad solo porque a ellos les interesa de cara a su deseo».
Para los hombres bisexuales, las relaciones con mujeres también están sujetas a la lectura que socialmente se hace de esta orientación. Carlos Castaño tiene 32 años y forma parte del grupo de bisexuales de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB), que añadió la letra B a sus siglas hace 12 años. Está casado con un hombre y recuerda varias experiencias de muchos otros bisexuales a los que ha conocido en los grupos activistas por los que ha pasado. «Ha habido de todo. Recuerdo un matrimonio de un hombre y una mujer que fueron en busca de ayuda para entender y afrontar la bisexualidad de él».
Carlos sí cree que la concepción social de la bisexualidad tiene repercusión en cómo «muchas veces las mujeres con las que estamos nos leen como menos masculinos», muy en línea con la idea de que la bisexualidad es una fase. «Es que es algo habitual, que la gente piense que somos gays y lo estamos ocultando o no nos hemos dado cuenta todavía», explica. Para Jordi, castellonense de 41 años, las reacciones que ha recibido entroncan con el mito de la promiscuidad. «Yo hay parejas que se lo he dicho y otras que he preferido que no. Me ha pasado mucho que dan por hecho que tengo más posibilidades de serles infiel y me han preguntado mucho por las enfermedades de transmisión sexual (ETS)», señala.
La bifobia en el propio colectivo
¿Y qué pasa en el colectivo LGTBI? «Yo he sufrido mucha bifobia dentro del propio movimiento», se muestra contundente Jordi. «Hay una especie de concepción no explícita de que no formas parte del todo del colectivo», dice Sara. Tanto ella como Sofía coinciden en que se han encontrado con dificultades en espacios de mujeres: «Son los tópicos que todas las personas tienen. He vivido que a chicas lesbianas les cueste entenderlo y ahí, es curioso, sí ven como una amenaza mayor a los hombres con los que puedes estar. Los celos provienen mucho de que te vayas con un hombre y acabes con casa, perros y bebés», cuenta Sara.
Entre los hombres homosexuales, el rechazo, que en ocasiones es muy sutil, se mueve entre el estereotipo de concebir la bisexualidad como una etapa pasajera que acabará en la homosexualidad y «la fetichización», dice Carlos. «Hay muchos que pueden llegar a percibirte como más masculino porque has estado, o lo suponen, con mujeres. Serías algo así como más deseable por ello. No todos, claro, pero sí hay esa idea».
La representación de la bisexualidad
Aunque existe un debate abierto entre la bisexualidad y la pansexualidad –atracción hacia otras personas independientemente de su género–, las personas bisexuales consultadas para este reportaje, señaladas en muchos casos por las pansexuales por supuestamente excluir a las que no se identifican con ningún género y ser binaristas (hombre-mujer), coinciden en rechazar esta percepción. «A mí no me atraen las personas por lo que tienen entre las piernas, por cuál sea su identidad o su expresión de género», explica Carlos.
En este sentido, Sara alude a que suele tener relaciones con personas «que no tienen el género muy marcado» y que rechazan los roles tradicionalmente asociados a la masculinidad y a la feminidad. Algo que, considera, facilita salir del armario como bisexual y mostrarse tal cual es. «Yo en mis relaciones apenas he tenido problemas, después socialmente ya es otra cosa…», reflexiona. «Por ejemplo, el otro día me pasó que alguien me dijo ‘claro, como tu eres hetero…'». Algo parecido escucha Diana, una mujer trans y bisexual de 51 años, frecuentemente: «La respuesta de ‘Venga, ¡anda ya!’ cuando dices que eres bisexual es bastante común. Mi familia no lo sabe. Hasta que no asimilen completamente mi salida del armario trans, no diré nada sobre la bisexualidad».
La falta de referentes bisexuales es uno de los elementos a los que todas las personas consultadas aluden cuando hablan de bifobia. Aunque cada vez más personas lo expresan públicamente–entre ellas, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau o actores como Paco León o la estadounidense Kristen Stewart–, Elpidio Domínguez echa de menos más representación. «Cuando vemos en una película o por la calle a dos mujeres cogidas de la mano, automáticamente asumimos que son lesbianas. La bisexualidad es algo que no se ha asumido en el discurso político y cultural».