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Niñas para consumo masculino

Fuente: El Diario.es
Fecha: 30/10/2017

No podemos continuar pidiéndole a niñas famosas que se maquillen y adopten posturas concretas para consumo masculino

Su trabajo no es ser objeto de deseo. Su único cometido es ser niñas, estudiar como niñas, jugar como niñas.

Hace unas semanas, el juez de menores, Emilio Calatayud, decía en televisión que «las niñas se hacen fotos como putas», y que  «después de las fotos, pueden venir los acosos, los abusos y las violaciones». 

Esta semana hemos visto la enésima prueba de que culpar a las propias niñas (o mujeres) de la objeticificación de sus cuerpos es una falacia machista, además de un análisis de chichinabo provocado por la misoginia que la sociedad nos graba a fuego desde pequeños.

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 Con solo 13 años, Millie Bobby Brown es elegida como una de las actrices más sexys
 La revista estadounidense W ha incluido a Millie Bobby Brown, la protagonista deStranger Thingsen la lista de actrices y actores más «sexys».

No es la primera vez que a una niña se la hipersexualiza, por supuesto. Maddie Ziegler tenía sólo 11 años cuando hizo esta campaña, y no había sido su primera inmersión en poses llamadas «femeninas» y «sensuales».

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Seguimos llamando femenino o sensual a posar tiradas por los suelos, fingiendo vulnerabilidad o incluso haciéndonos las muertas. A más indefensión mostremos, más sexy parece ser la foto.

La diferencia entre las chicas anónimas y las famosas, es que a las primeras se las acusa de «putas» y a las segundas se las aplaude cuando se las incluye en listas sobre físicos «hot». También está la variante de que a unas se les acuse de posar como putas ( incluso dentro del feminismo) pero las culpas de la otra recaigan sobre el fotógrafo o a la revista de turno que le hizo las fotos.

Es muy complicado, al parecer, este unir con flechas. Seguimos creyendo que la publicidad, las películas, series y canciones que escuchamos y vemos cada día a nuestro alrededor, son inocuas y no nos inculcan nada. Que son como el humor, que al parecer tampoco nos forma como personitas, que nada tiene que ver lo que mamamos con lo que luego somos. También sucede con el lenguaje, muchos siguen con la cantinela de que el lenguaje no es el vehículo del pensamiento, sino otro elemento inocuo más de tantos. 

Aceptar todo lo anterior es decir, directamente, que si las mujeres posamos como posamos, hacemos lo que hacemos y nos comportamos como lo hacemos es porque está en nuestros genes. Nos sale instintivo. Vemos una cámara y metemos tripa, ponemos morritos y ponemos el culo en pompa. Biología sin más. 

Ese razonamiento misógino, nos lleva a exculpar a los hombres que acaban violando, acosando y tratando como objetos a las mujeres. Porque de la misma forma que nosotras tenemos el gen de tirarnos por los suelos y hacernos la muerta para las fotos, ellos poseen el de no poder controlar sus «instintos» y acabar abusando de nosotras. El resultado es el que vemos siempre: culpabilización de la víctima (¿qué hacías sola por esa zona? ¿lo conocías de antes? ¿ estás segura de que cerraste bien las piernas? ¿qué llevabas puesto?) y la consiguiente justificación del agresor/acosador/violador.

No podemos continuar pidiéndole a niñas famosas que se maquillen y adopten posturas concretas para consumo masculino. El trabajo de una actriz como Brown o una bailarina como Ziegler NO puede acabar sirviendo como producto para los hombres heteros. Su trabajo no es ser objeto de deseo. Su cometido es ser niñas, estudiar como niñas, jugar como niñas e invertir las horas legales en los trabajos por las que son conocidas (aunque aquí entra en juego la eterna duda de si de verdad quieren o es lo que quieren sus tutores legales).

Sexualizaciones constantes como la que ahora vemos con Millie Bobby Brown son las que hacen que el resto de niñas empiece a obsesionarse con sus cuerpos, con su peso, con su imagen. Como la gota malaya, imagen tras imagen, anuncios tras anuncio, las niñas dejan de mirar lo socialmente bello para compararlo con lo que ellas son, con cómo ellas lucen. 

Nueve de cada diez personas con trastornos alimenticios son niñas/mujeres. Y no, tampoco esto viene en nuestros genes. La violencia de sobre las mujeres está considerada por la OMS como una pandemia, y no, tampoco es cuestión de biología. Cada siete horas se denuncia una violación en nuestro país, y no tampoco es una cuestión de pulsión sexual irrefrenable debido a la naturaleza masculina. 

Son los machistas. Es el machismo. Y el machismo nunca es natural, es social y cultural. Está en las canciones, está en las listas de las más sexys, está en el lenguaje, está en la publicidad, está en el humor… En definitiva: está en la sociedad.

Y, como sociedad, podemos darle fuelle para que nunca muera o podemos pelear contra él para exterminarlo. Eso sí, no olviden que la lucha ha de comenzar por uno mismo.

 

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