Qué hacer (y qué no) en el grupo de WhatsApp de padres del colegio
Fuente: ABC
Fecha: 01/03/2017
Las fotos personales de las paellas del domingo, los goles de nuestro equipo favorito, los postres hechos en casa o el descuento de turno. ¿Dónde está el límite a la hora de enviar ciertos mensajes en los grupos de WhatsApp de padres del colegio? ¿Cómo podemos hacer un mejor uso de la herramienta sin caer en el absurdo? Es habitual que por cada hijo se formen grupos de clase, de extraescolares, cumpleaños, o festivales de fin de curso con el objeto de disponer de un canal de comunicación ágil que ayude a mantenerse informados sobre novedades e imprevistos. El chat sustituye a los corrillos de la puerta del colegio, y puede ser un medio muy eficaz para distribuir información importante en cuestión de segundos.
Entonces… ¿por qué tiene tan mala fama? Los problemas surgen, explica Guillermo Cánovas, director del Observatorio para la Promoción del Uso Saludable de la Tecnología: EducaLIKE, «cuando algunas familias hacen un uso inapropiado que puede derivar en distintos malentendidos, como sucede en no pocas ocasiones». Una de ellas, «y quizá la más habitual –prosigue–, es el bombardeo constante de mensajes sobre cuestiones poco relevantes o que solo afectan a algunos alumnos».
Bombardeo constante
Muchos padres, continua este experto, «se quejan de que al abrir los mensajes de grupo pueden encontrarse a veces con 100 o 200 mensajes sobre intendencia tipo “¿quién ha cogido el baby de mi hijo?” al que se suceden docenas de mensajes del tipo:“yo no” “yo tampoco” “luego lo miro” , “a mi me pasó el viernes”, “así que si alguien ha encontrado el de fulanito, que me lo deje en la mochila”, “¿has preguntado en conserjería?».
Asumir responsabilidades
Es por este motivo por el que a muchos profesores tampoco les gusta el empleo que los padres hacen de los grupos de WhatsApp. «Mi padre no descolgó un teléfono jamás para preguntar cuáles eran mis deberes. Si al niño se le olvida su tarea, es su problema. Estamos eximiendo a los menores de sus responsabilidades», apunta el docente y autor de numerosos libros de educación Óscar González.
Este tipo de acciones a través de la herramienta de WhatsApp «nos llevan a la hiperprotección de los niños», añade Eva Millet, madre, periodista y autora del libro «Hiperpaternidad». «Pidiendo que manden una foto de la página de tareas al chat de clase nos convertimos en la agenda de nuestros hjos, en madre secretaria, en su asistente personal… y les hacemos flaco favor», advierte.
Así lo corrobora la psicóloga Silvia Álava, del centro de psicología Álava Reyes, para quien «la responsabilidad de lo que pasa en el colegio es del niño, que es quien debe saber cuáles son sus deberes, qué día son las excursiones, o cuándo tiene que llevar la flauta o el bocadillo». Esta cuestión es, a juicio de Álava, «más grave de lo que parece»: «Al final, con estos grupos de WhatsApp estamos haciendo niños especialmente cómodos, e impidiendo que aprendan a asumir las responsabilidades que les corresponden según su edad».
No es poco frecuente tampoco, señala Cánovas, que algunos de estos grupos se utilicen «para poner en común quejas, acusaciones o juicios de valor sobre personal del centro educativo, produciéndose en ocasiones verdaderos linchamientos virtuales, en lugar de utilizar los canales adecuados ya establecidos para cada situación». Sean profesores o no, utilizar el chat para atacar, discutir o agredir verbalmente a otro integrante es algo que, a juicio del policía Pere Cervantes, coautor junto con Oliver Tauste del libro «Tranki pap@s», no se debería hacer jamás «primero, porque podría ser constitutivo de delito, y segundo, porque el cara a cara todavía suele funcionar».
Abandonar el grupo
Ante situaciones como estas hay padres y madres (mayoritarias en estas lides) que optan por salirse de los grupos. «Deberíamos evitar juzgar a quien decida dejar de pertenecer al grupo. Todo el mundo puede tener motivos para salir de dichos chats en un momento dado, pero casi nunca su objetivo es molestar u ofender a los demás. Seguro que preferirían salir de forma discreta y sin hacer que nadie se sintiera mal, pero no pueden evitar que aparezca el dichoso mensajito de «fulanito» ha abandonado el grupo». aclara Cánovas. «En cualquier caso, no se peor madre o padre por esto», concluye Millet. Porque como dice B. D, madre de una niña en edad escolar, «yo no estoy en ninguno, y mi hija ha sacado súper buenas notas y tiene un montón de amigas».
O permanecer, con sentido común
Lo cierto es que sí hay muchos padres de nativos digitales interesados en esta herramienta, pero que no han recibido nunca formación sobre cómo utilizar correctamente los medios que la tecnología pone a nuestro alcance, lo que da lugar a la improvisación sobre la marcha. Pero para generar buen ambiente y que el grupo sea útil hay algo que según Guillermo Cánovas nunca falla: «El sentido común, y procurar que no se llene de mensajes que no interesan a la mayoría. Seamos constructivos y no olvidemos que los niños aprenden de la forma que sus padres se relacionan entre ellos y con el colegio».