¿Por qué no hay más niños que quieran ser como Billy Elliot?
Fuente: El Mundo
Fecha: 24/02/2017
En la película titulada con el nombre de su protagonista, Billy Elliot desafía los estereotipos que rodean a la danza cuando abandona las clases de boxeo para enrolarse en las de ballet. Lo hace a escondidas, huyendo de ser presa de los prejuicios de un pueblo minero en 1984. Tres décadas después, niños y niñas todavía confrontan los estereotipos de género al crecer y a los que expertos y estudios culpan de ser semilla de parte del acoso escolar que sufren los menores.
Cada año, los casos de «bullying» aumentan y, con ellos, el temor de padres y madres a que su hijo sea el acosado. Entre los motivos que infundan este miedo, está que se burlen sus compañeros por no adecuarse a los estereotipos de género tradicionales. Ocho de cada 10 padres admite que compra un objeto, prenda o juguete del «género opuesto» a su hijo o hija si le gusta, pero el 42% teme sea objeto de burlas si lo llevara al colegio, según el estudio La Educación Sin Género, elaborado por Imaginarium y en el que han sido encuestados 13.840 padres y madres.
Este sondeo muestra que son más los padres y madres de niños (64%), que de niñas (56%), quienes temen que se burlen de su hijo si muestra gustos contrarios a su género. «Existe un miedo en las familias a que rompan con los estereotipos. Se permiten estos comportamientos en el ámbito privado, pero no en público, por miedo a que sea discriminado», sostiene Susana Barón, coautora del estudio «Estigma del sistema de género: aprendizaje de los modelos normativos, bullying y estrategias de resiliencia».
Pero que haya más niñas a les guste una bici rosa que la azul no es el problema, «existe un ámbito social en el género», apunta esta psicóloga, sino que niños y niñas aprehendan que adoptar un gusto «contrario a su género» es motivo de discriminación y «se reprima». Es entonces cuando «se legitima la violencia para perpetuar los estereotipos de género».
El documento publicado por Imaginarium arroja que el 45,6% de los padres oye expresiones del tipo «ser un hombre» o «como una chica» en un contexto infantil. Según Barón, los episodios de discriminación contra menores de este tipo «son herencia de lo que ven en su entorno«. Y este tipo de expresiones ayudan a que los niños «sepan desde los 6 años qué es ‘propio’ de un género».
Los mensajes que escuchan los niños calan y «cuando sus expresiones se salen de lo ‘social’ o lo ‘admitido’ por el grupo» muchos tratan de «disimular, imitar… para parecerse a los demás», explica Patricia Díaz Seoane, psicóloga infantojuvenil.
Y conforme un niño crece, «adquiere comportamientos por aprendizaje a través de modelos, por reforzamiento». Pero en el caso de niños que han sido educados sin estos condicionantes «tienen conductas menos diferenciadas», apunta.
‘Bullying’ de género
En su estudio, Baron coincide con Díaz y recoge que tanto «hetero como no-hetero» evitan ciertas estrategias para presentarse a sí mismos y no «ser percibidos y etiquetados como una minoría sexual». La comunidad LGTB es la más castigada por lo que se ha acuñado «como bullying de género», asevera la autora. Sin embargo, este tipo de acoso se dirige también a niños cuyo aspecto o conducta «discrepan de los roles tradicionales».
Según la Federación Espalola de Lesbianas Gays Transexuales y Bisexuales, el 65% de los chicos homosexuales fueron insultados por su orientación sexual en el colegio. Pero este tipo de «bullying» puede afectar a cualquier niño que no se adecue a los estereotipos tradicionales, «que el acoso tiene un carácter de género se ratifica en el hecho de que entre el 10 y el 15% de chicos que se definieron como heterosexuales» también fueron acosados por esta razón, apunta Baron.
«El mundo está más dividido que nunca entre el rosa y el azul», sostiene Nuria Varela, experta en violencia de género y políticas de igualdad. «Se cree que las últimas generaciones han sido educadas en igualdad», pero reniega de este orgullo que rodea el sistema educativo. Cree necesaria una educación que no discrimine y enseñe a los niños que los juguetes no están hechos para un género. «Los chavales aceptan los cambios, somos los adultos a quienes nos cuesta».
Varela, autora de «Cansadas» ve especialmente incoherente la doble vertiente con la que se educa a las niñas: «Les decimos que pueden ser ingenieras, presidentas o físicas. Pero cuando muestra carácter es una mandona, en vez de una líder, como se le diría a un niño con iniciativa».