«No me gustan las niñas»
Los psicólogos detectan demasiados casos de misoginia o desprecio al sexo femenino entre los chicos, pero también homofobia o xenofobia
A veces las diferencias descolocan, pero bien asimiladas pasan a formar parte rápidamente de la vida normal, como si tal cosa. A los niños también les ocurre. Cuando observan a otro compañero que tiene rasgos, cualidades o comportamientos distintos, la sorpresa pasa pronto a segundo plano si han sido educados en la tolerancia y el respeto. Sin embargo, los psicólogos que trabajan en las aulas cacereñas están percibiendo demasiados casos de aversión al sexo femenino (por supuesto no son mayoritarios pero sí llamativos a estas edades), así como homofobia (antipatía u odio hacia los homosexuales) y xenofobia (rechazo a los extranjeros), llegando al acoso en algunos casos.
«Dentro de nuestro programa prevenimos todo este tipo de comportamientos a edades en las que todavía hay solución, porque son el germen de las conductas violentas que vemos años después, como el maltrato a los propios padres, a las parejas… Algunos casos se perciben ya de forma clara desde el acoso en los colegios, por eso estamos dos años en cada aula, erradicando posibles semillas de violencia», explica Guadalupe Andrada, presidenta de la Fundación Inpa-Framaguad, colectivo que este año impartirá talleres en una decena de centros educativos de Cáceres.
«La intolerancia, el odio o la aversión se aprenden, por eso hay que prevenirla en grupos que son básicos en la socialización como la familia y la escuela, los ámbitos en los que los niños pasan más tiempo. Actuar con la familia es más difícil muchas veces, pero en la escuela podemos hacerlo y lo estamos haciendo», indica la psicóloga.
La fundación aplica un programa efectivo en la prevención de la violencia de género, «porque resulta sorprendente comprobar cómo unos niños pueden rechazar abiertamente relacionarse con las niñas diciendo que no les gustan, o las cosifican, incluso en las primeras relaciones de amistad tiene un afán posesivo hacia ellas», subraya.
Y ojo, porque los niños aprenden por modelos, tanto de los padres como de los medios de comunicación y por supuesto de internet. «Tienen 1.060 horas de formación en el curso académico y 1.150 de deformación en torno a internet. Hay jóvenes enganchados a las nuevas tecnologías, a los vídeojuegos, los padres nos piden ayuda y afortunadamente hay solución», concluye la psicóloga.