NUR, el refugio contra el machismo y el racismo

El Correo.es.- Sigue habiendo niñas en el mundo a las que se les niega acercarse a un balón. Da igual que sientan curiosidad, o que la sensación de sostenerlo en el aire y chutarlo les reconforte hasta lo más hondo de su ser. Hay gente que sigue pensando que el fútbol no es para ellas, pero lo más triste quizá es que haya muchas niñas que realmente se lo crean, sin ni siquiera llegar a plantearse el hecho de poder escribir por sí mismas su propia historia.

Y es que aunque pensemos que el fútbol, el deporte más globalizado del planeta, está prácticamente al alcance de todo el mundo, nos equivocamos. Por poner un ejemplo, cuando lo pretende practicar una mujer negra y musulmana, lo normal es que se encuentre demasiadas trabas por el camino. Un cúmulo de prejuicios, que tienen que ver más con las creencias, se erigen a modo de muro infranqueable que desde hace unos años se ha prometido derribar la futbolista Iqra Ismail.

«El fútbol femenino crece, pero entre la comunidad blanca y las personas que tienen más privilegios y recursos. Si eres una chica musulmana tienes más restricciones y te enfrentas a más estereotipos, no solo en tu propia comunidad, sino también en el resto del mundo«, declaraba hace unos días a la web de la FIFA. Con 14 años, en su primer club, su entrenador le entregó la ropa de juego. »¿No hay otra alternativa?«, le preguntó ella. »Mis convicciones religiosas me impiden llevar pantalones cortos. Es algo que siempre tengo que explicar«.

Precisamente eso, el hecho de tener que estar dando constantemente explicaciones y de haber sufrido algún que otro malentendido o hecho discriminatorios le hicieron tomar una determinación, «crear un lugar en el que las musulmanas de piel oscura se sintieran a gusto y comprendidas». «Siendo más joven comentaba con algunas amigas que un día tendríamos algo así, y que lo construiríamos nosotras cuando tuviéramos hecha nuestra vida y hubiéramos ahorrado mucho dinero». Pero Iqra Ismail no esperó tanto.

Y es que con tan solo 19 años, después de haber rechazado una oferta de un equipo norteamericano, haciendo caso a su madre, que le recomendó no volar a Estados Unidos por miedo a la creciente islamofobia y racismo tras la victoria del presidente Trump,. , un refugio para mujeres negras y de minorías étnicas en el que todas comparten unos mismos sentimientos y pasión. «Si lo pienso me parece increíble que no hubiera un equipo así antes. Hacía mucha falta».

El altavoz de las redes

Ella lo comprobó de primera mano. En el primer entrenamiento, el pasado 21 de junio de 2019 en el suroeste de Londres, acudieron 15 chicas. Un mes después habían casi triplicado la cifra. «No nos lo esperábamos. Muchas tenían un gran talento, solo les hacía falta un lugar en el que demostrarlo». Ismail, quien posee el nivel 1 de entrenadora, juega con ellas en la liga, mientras cursa un grado de Sociología y Psicología, y al mismo tiempo estudia el poder expandirse a otros lugares de Reino Unido como Liverpool, Cardiff, Leicester o Birmingham, después de ser contactadas con otras chicas que también buscan ese ansiado lugar en el que disfrutar del fútbol y sentirse libres.

Para llegar a ellas se ha valido de las redes sociales, pero estas además de servirles de altavoz les han puesto aún más en el foco de los intransigentes, de quienes huían. «Internet puede ser muy útil, pero también convertirse en un lugar muy tóxico. Sobre esto les he dicho a las jugadoras que habrá gente que nos pondrá malos comentarios pero ellos son solo personas que se esconden tras la pantalla, nosotras somos una unidad, un equipo, y nos protegemos unas a otras. Todas hemos sufrido racismo y machismo, y hemos escuchado a gente que nos decía que nuestro sitio era la cocina, pero ahora ya nos reímos de ello«.

Iqra Ismail, quien puede presumir de haber sido la capitana del primer equipo femenino de Somalia en una cita internacional, está decidida a «hacer algo que realmente cambie las cosas», intentando que cada vez las chicas pierdan ese miedo al qué dirán y se adentren antes en el fútbol. «Quiero inculcar mi terquedad en la próxima generación de futbolistas».

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