¿Podemos reírnos de Hitler?
La película ‘Jojo Rabbit’ reabre el debate sobre si es tolerable bromear a propósito de una ideología que ha causado millones de víctimas
El debate se reabre cada vez que un chiste colgado en Twitter desata la indignación general. ¿Dónde están los límites del humor? Cada país tiene sus propios tabúes: en España, por ejemplo, ETA; en Estados Unidos, el color de la piel. Pero hay uno que trasciende fronteras. ¿Hasta dónde es admisible reírse de Hitler? Hacerlo puede ayudar no solo a mantener al monstruo encerrado en los libros de historia sino también a cortarle las garras, pero satirizar a su costa corre el riesgo de trivializar el sufrimiento de sus millones de víctimas. Por tanto, ¿dónde está la línea?
Viejo chiste
Hitler visita un hospital psiquiátrico, y todos los pacientes le dedican el saludo nazi. Sin embargo, uno de los hombres con los que se cruza no levanta el brazo. «¿Por qué no me saludas, como los demás?», pregunta el líder. «’Mein Fuhrer’, soy el enfermero», contesta el otro. «¡No estoy loco!». El chiste tiene más de 80 años; algunos de quienes se atrevieron a contarlo en la Alemania del Tercer Reich pagaron un alto precio. Pese a ello, a medida que los nazis se erigían en los personajes más temidos y odiosos del imaginario colectivo, también se convertían en objeto del mayor número de burlas.
La última de ellas llegará a la cartelera el próximo viernes: ‘Jojo Rabbit’ cuenta la historia de Jojo Betzler, un mocoso de 10 años que aspira a ser el perfecto nazi en los últimos días de la segunda guerra mundial, y para ello se inventa un amigo imaginario que le sirva de modelo de conducta. Ese amigo, cómo no, es Adolf Hitler. A partir de esa premisa, la película retrata al Führer y a sus seguidores como unos idiotas y su ideología como algo que solo un niño podría creer, y recurre al absurdo y el ‘slapstick’ para advertir de los peligros del discurso del odio y de poner el poder político en manos de un demente. Por eso, aunque ha sido criticada por quienes consideran que no confronta la terrible realidad del nazismo, ‘Jojo Rabbit’ demuestra una relevancia irrebatible. Y quizá sea justo eso, la capacidad para servir de algo, el criterio idóneo para establecer los límites arriba mencionados.
https://youtu.be/eSdIUJNHdDQ
Cuando Charles Chaplin estrenó ‘El gran dictador’ (1940), pese al avance nazi por Europa los líderes políticos estadounidenses eran reacios a entrar en la guerra, y consideraron la película una indeseable coerción; el gobierno incluso estuvo a punto de censurarla, y varios cines donde se exhibía recibieron amenazas de bomba. Y podría decirse que la violenta resistencia que sufrió es lo que la hacía necesaria. Pese a ello, años después Chaplin escribió en su autobiografía: «Si hubiera sabido de los campos de exterminio, jamás habría hecho ‘El gran dictador’; no me habría podido reír de la insania homicida de los nazis». En su opinión, ciertos asuntos son tan atroces que no admiten burla.
‘Thriller’ erótico
Desde entonces muchos han discrepado de él, y han manipulado los símbolos del terror ario para despojarlos de su poder. Por ejemplo la ‘sitcom’ ‘Los héroes de Hogan’ (1965-1971), que transcurría en un campo de prisioneros alemán y cuyo reparto incluía supervivientes del Holocausto. O títulos exponentes del cine ‘nazisploitation’, como el ‘thriller’ erótico ‘Ilsa, la loba de las SS’ (1975) o la fantasía ‘They Saved Hitler’s Brain’ (1968), sobre un complot para descongelar el cerebro criogenizado del Führer. O, por supuesto, el alud de memes generados por esa escena de ‘El hundimiento’ (2004) en la que Hitler sufre un ataque de cólera en el búnker; Youtube acumula vídeos paródicos en los que el monstruo enfurece porque su pizza no llega, o por la separación del grupo Oasis o los problemas de aparcamiento.
Retratar a Hitler de ese modo, decimos, puede servirnos para reafirmar nuestro rechazo del fascismo y distanciarnos de una historia que preferimos no repetir. Pero también puede crear confusión y hacer que algunos asocien el nazismo con la cultura pop antes que con el Holocausto, olviden las motivaciones que lo sustentaron y pasen por alto sus similitudes con las de la ultraderecha actual. ‘Jojo Rabbit’ no resolverá esa duda, pero su estreno demuestra qué oportuno es seguir planteándola.
La historia del cine ha dado numerosos ejemplos de sátiras sobre Hitler y el Holocausto, estas son ocho de las más populares:
‘El gran dictador’ (1940)
Comedia humanista que Charles Chaplin no solo dirigió sino que también protagonizó encarnando dos personajes: un barbero judío y el comandante militar Adenoid Hynkel. La película retrata a Hitler como un payaso rodeado de sabandijas y borracho de sus propias fantasías de dominio mundial, y culmina con un apasionado discurso del barbero en pro de la paz y la libertad y contra el odio y la dictadura.
Ser o no ser (1942)
La película más celebrada de Ernst Lubitsch es una de las parodias antinazis más lúcidas que se conocen. En plena segunda guerra mundial, un compañía de actores polacos se disfrazan de oficiales de las SS y usan sus habilidades interpretativas con el fin de frustrar los planes de la Gestapo. Un ejemplo perfecto de cómo desautorizar los actos y la ideología de los nazis a través de la caricatura.
El rostro del Führer (1943)
En este ‘cartoon’ de nueve minutos, el Pato Donald se despierta en la Alemania nazi convertido en miembro del Tercer Reich, y como tal no solo debe hacer el saludo nazi a Hitler cada vez que lo ve sino también practicar una obediencia ciega al Reich que resulta en grandes momentos de comedia física. Finalmente, Donald despierta entre lágrimas de gratitud por ser un estadounidense libre.
Los productores (1967)
Dirigida por Mel Brooks, es la historia de dos empresarios teatrales que deciden recaudar fondos para financiar una obra musical llamada ‘Primavera para Hitler’, confiados en que resultará tan ofensiva que será todo un fracaso de taquilla, y ello les permitirá quedarse con todo el dinero. El plan no les sale como esperaban: el público malinterpreta la obra como una sátira, y esta logra un gran éxito.
La vida es bella (1997)
Tragicomedia dirigida y protagonizada por el italiano Roberto Benigni sobre un padre que, tras ser internado en un campo de exterminio nazi junto a su familia, hace todo lo posible por hacer creer a su hijo que todo cuanto allí sucede no es más que un juego. Roberto Benigni fue atacado con fiereza por un sector de la crítica, que consideró que la película se tomaba el Holocausto a la ligera.
Malditos bastardos (2009)
En su reescritura política de la segunda guerra mundial, el director Quentin Tarantino acompañó a un pelotón de soldados judíos liderados por Brad Pitt que se pasean por Europa cortándoles la cabellera a los soldados de las SS. No contentos con eso, llegado el momento hacen explotar a toda la cúpula del Tercer Reich, y acribillan a Hitler hasta convertirlo en un amasijo de pellejos y sangre.
Zombis nazis (2009)
Los muertos vivientes seguidores del Führer no son solo personajes del juego favorito de muchos ‘gamers’, ‘Call of Duty’; también son protagonistas de un subgénero de terror cómico al que pertenece esta cinta noruega que, eso sí, rehuye casi por completo la sátira política. Se conforma con escenificar una sucesión de decapitaciones, empalamientos, despedazamientos y aplastamientos faciales.
Ha vuelto (2015)
Sátira sobre la problemática relación de Alemania con su pasado. Su premisa es que, en el 2014, Hitler vuelve a la vida, y se muestra tan desorientado que los alemanes comunes asumen que es un comediante chalado y no un dictador brutal. Algunos se ríen y se toman selfis con él; otros aprovechan para dar rienda suelta a su nostalgia fascista. Lógicamente, el Führer se convierte en estrella de Youtube.