Por qué Disney no se atreve a hacer una película protagonizada por un personaje LGBTI
Cinemania.- El lanzamiento de ‘Salir’, el nuevo cortometraje de Pixar, ha devuelto a la actualidad el tema de la visibilidad en la Casa de Mickey Mouse.
Todos hemos crecido con las películas de Disney. Es una realidad. Hasta 1967, el código Hays de Hollywood determinaba las conductas inmorales en el cine estadounidense, antes de ser sustituido por la actual clasificación por edades. Las relaciones homosexuales y la libertad sexual eran impensables en la industria cinematográfica, y mucho menos en la animación. Más de 60 años después de su supresión, parece que muchos siguen relegados a ese pasado arcaico y repleto de fobias hacia el otro.
Estos días, el cortometraje Salir de Disney ha vuelto a levantar el polvo entre el sector conservador, así como la simpatía del colectivo LGBTI. Bajo la realización de Pixar, Disney+ distribuía la historia de amor de Manuel y Greg, y la salida del armario de este último con sus padres. Un relato repleto de magia, que se ha convertido en la primera relación homosexual de forma abierta en Disney. ¡Un siglo después de su nacimiento! ¿De qué tiene tanto miedo el estudio?
Hace tan solo unas semanas, el nuevo CEO de The Walt Disney Company, Bob Chapek, tenía que salir al paso de las críticas hacia el fracaso de Onward, el último largometraje de Pixar. La polémica apuntaba hacia el personaje femenino del cíclope (Lena Waithe), que reconocía que tiene novia. Algo absurdo teniendo en cuenta la poca repercusión que la película había obtenido previamente a su lanzamiento, el cual coincidía exactamente con la crisis sanitaria por el coronavirus. Una mezcla definitiva para sus malos resultados. Sin embargo, aquí se hallaba la oportunidad perfecta de los conservadores para atacar. Chapek negaba que tuviera algo que ver, a pesar de que algunas de las duras palabras provenían directamente de accionistas de la compañía.
China, Rusia y los países árabes
Todo esto nos hace preguntarnos sobre la influencia del dinero en los grandes estudios estadounidenses. Mientras que muchas productoras se han atrevido a visibilizar a los colectivos ocultos durante décadas, Disney optaba por mostrar un perfil bajo y defender en todo momento el modelo de ‘familia tradicional’, sin atreverse a dar un paso en la presentación de todos los modelos de familia actual.
El estreno de Onward nos mostraba una vez más cómo algunas lugares del mundo determinan qué pueden y no pueden ver los niños. La película fue prohibida en algunos países árabes (Kuwait, Omán, Catar y Arabia Saudí) y alterada en Rusia. Su distribución tampoco fue fácil en Estados Unidos, con el gobierno actual de Donald Trump estimulando las políticas homófobas en ciertas partes del país. ¿Antepone Disney el dinero a la lucha de los derechos? Lógicamente, desde su perspectiva empresarial es comprensible que pugne por conseguir el mayor rendimiento posible, pero no nos engañemos, Disney se ha enfrentado a fracasos mucho mayores (ajam, John Carter). ¿Miedo al boicot? Los taquillazos de Brokeback Mountain o Rocketman han dejado claro estos años que el cine LGBTI puede ser de gran éxito, pero para ello han tenido que renunciar al público infantil debido a la normativa de la Motion Picture Association of America (MPAA). Sin embargo, cortometrajes animados de difusión internacional como In A Heartbeat, muy cercano a los mundos de Pixar, vislumbraba que los contenidos LGBTI infantiles son posibles.
Por si no fuera suficiente para Disney con Trump al frente y Rusia y los países árabes en la retaguardia, China y el mercado oriental se han situado durante los últimos años como la principal casuística a sus conflictos. La fuerte censura de uno de los mercados principales del mundo, y las altas ganancias del estudio en la zona, siempre se han señalado como el gran impedimento en los avances de la visibilización. Los casos de reprobación hacia los contenidos LGBTI en el mercado asiático son muy conocidos. No obstante, las cifras monetarias de los títulos y el parque de atracciones de Shángai son impresionantes, y no es algo fácil a lo que renunciar.
¿Una nueva era?
No es la primera vez que Disney se atreve a ‘experimentar’ con personajes LGBTI . Durante décadas, muchos análisis cinematográficos profesionales han incidido en que los villanos de Disney pertenecen al colectivo (el capitán Garfio, Úrsula, Maléfica…), una forma de asociar lo perverso con la homosexualidad, y a la par estas películas también reforzaban su machismo y racismo inherentes.
La llegada de personajes como Mulán rompían todos los esquemas para traernos una mujer travestida, que supondría el comienzo de una nueva era. Tras esta vendrían títulos importantes como Brave, Vaiana o Frozen. Sin embargo, el estudio no daba el paso definitivo. Pese a los rumores sobre la homosexualidad de Elsa, Disney una vez demostraba su cobardía. Aunque sí que mostraba por primera vez a dos padres en DuckTales, lo que hacía humear la mente intransigente de muchos homófobos.
Por su parte, Marvel y Kevin Feige se han granjeado grandes enemigos por intentar dar cabida a este colectivo que, sin embargo, a día de hoy sigue totalmente invisibilizado en el universo marvelita. Ojalá aprendieran más de los cómics. Por el momento, proyectos como Los Eternos y Thor: Love and Thunder ya han anunciado la presencia de personajes LGBTI, y Vengadores: Endgame introducía algún guiño. Veremos qué sucede finalmente. Por su parte, Star Wars tampoco se atrevía a progresar en el shippeo entre Poe y Finn y decidía introducir de fondo (muy de fondo) a una pareja de chicas besándose.
La apertura de la compañía con Salir hace que mantengamos la esperanza en la normalización de la diversidad. Una nueva forma de representar a la sociedad en el cine es posible. Disney tiene la ocasión de mostrar a los más pequeños que lo que muchos de ellos siente es normal ¿Por qué desperdiciarla?