Por qué las niñas abandonan antes el baloncesto: el estudio de Mar Rovira que destaca la desigualdad de género

Newtral.- La exjugadora y psicóloga deportiva analiza las causas y plantea cambios en el modelo con el estudio ‘Endesa Basket Girlz’ junto a la Federación.

La familia y su presión por los estudios, el clima motivacional o la competencia de otras actividades son factores que influyen en la adolescencia a la hora de abandonar un deporte, pero en el caso de las mujeres, se añade la desigualdad en la que naturalizan un entorno hostil para ellas donde tendrán más barreras que sus compañeros. Así lo muestra un estudio enfocado en las niñas y realizado por la Federación Española de Baloncesto (FEB) y Endesa—principal patrocinador—dirigido por la psicóloga deportiva y exjugadora Mar Rovira (Barcelona, 1975).

La inquietud por el abandono prematuro del baloncesto llevó a la elaboración de un informe en el marco del proyecto Basket Girlz, que busca las causas e interviene con propuestas de mejora. Conocer el clima motivacional de adolescentes de entre 12 y 18 años y el contraste entre la percepción de entrenadores (634 entrenadores—440 hombres y 194 mujeres—) y participantes, divididas por edades, era esencial para abordar la problemática. Durante las entrevistas grupales, la propia Mar Rovira se sorprendió.

 Baloncesto y niñas: “Los chicos pierden la esperanza más tarde”

Una de las participantes, de 17 años, dio la respuesta clave en esta inquietud. “Los chicos pierden la esperanza más tarde”, sentenció, en un concepto que para la exjugadora de baloncesto resume el camino que tienen por delante. “Además de demostrar madurez, te dice todo sobre cómo perciben el entorno. No es una variable que por sí sola provoque el abandono, pero suma e invita a ello. Realmente me chocó cómo aceptan esta realidad de que tienen que esforzarse más”, reconoce a Newtral.es.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró una guía contra prácticas para paliar el sedentarismo en la que establecía mínimos de actividad. En niños y adolescentes de entre cinco y diecisiete años, el organismo recomienda actividad “de intensidad moderada a vigorosa” sesenta minutos diarios, y combinarlas con actividades que refuercen músculos y huesos durante tres días a la semana. Según este proyecto, el 76% de las mujeres jóvenes de entre 12 y 25 años no las cumplen, siendo 16,7 puntos menos (59%) en los hombres.

Durante su carrera como jugadora de élite—en equipos como U.B. Barça o Perfumerías Avenida—, Rovira no se había planteado esta realidad. “No éramos conscientes porque estábamos en una mentalidad de alto rendimiento donde había talento y superamos las etapas con naturalidad. Es cuando me retiro, cuando soy madre y empiezo a trabajar en clubes, es cuando empiezo a hacerme preguntas”, reconoce.

A través de esta investigación, establece las principales causas del abandono y anotaciones clave:

  • Conflicto de intereses: la idea de no poder compaginar el deporte con los estudios, la falta de organización y otras actividades que hacen competencia. 
    • Las jugadoras más jóvenes tienen claro que lo dejarán cuando no pueda ser compatible con los estudios. En el momento de acercarse al mercado laboral, prioriza la salida profesional por no visualizar el baloncesto como una opción.
    • Las jugadoras que son capaces de organizar todas las actividades y gestionar el tiempo disfrutan más de la actividad. 
    • Alta exigencia para sacar buenas notas en los estudios. 
    • Amigas y pareja pueden influir con sus comentarios. Incide en el cambio generacional en el que, en general, son conscientes de que su pareja no puede pedirle dejar los entrenamientos. 
  • La familia: elemento clave por la percepción de la realidad y cómo influyen en las decisiones. 
    • Las familias con conocimiento del deporte pueden acompañar mejor a sus hijas que las que no han tenido contacto. 
    • Son quienes presionan para priorizar estudios. Como agentes educadores fundamentales, ejercen un papel clave en la creación de esta idea de elección. 
    • Presión deportiva de los padres, especialmente varones, que tratan de inmiscuirse en las funciones de entrenador. 
  • Práctica deportiva: equilibrio entre la diversión y la competición. Donde influyen:
    • El ambiente del equipo.
    • Sentirse competente. 
    • Nivel de exigencia.
    • Lesiones. 
  • Entrenador/a: figura clave junto a la familia. Elemento esencial en el que interviene su nivel, su capacidad para generar un clima motivacional, la disciplina y sus competencias. 

Desde el punto de vista del género, Mar Rovira comenta que solo las desigualdades y cómo se percibe el entorno deportivo influyen exclusivamente en las mujeres. Pero insiste en un factor cultural clave para entender otras motivaciones. “A Elisa Aguilar y a mí no nos dejaron hacer fútbol, que era lo que queríamos, y tuvimos que coger el deporte alternativo para nosotras, el que por defecto se nos daba. Ahora hay un cambio, porque las niñas sí pueden escoger”, celebra, pero sostiene que en ellas hay mayor autoexigencia y presión familiar que en el caso de los niños.

“No ver opciones profesionales es una barrera para sus familias”

Para la psicóloga, la gran diferencia entre niños y niñas radica en la variante cultural, en la desigualdad de género y en la presión familiar hacia los estudios. “Ellos tienen menos presión o no dan tanta importancia, y en ellas además del feedback externo hay una autoexigencia que creo que es bastante cultural. Como especialista les enseñaría a equilibrar y les daría herramientas para ser buena en ambas sin exceso, porque en una educación integral necesitas deportes y estudios”.

Mientras conflictos de intereses—falta de tiempo—y los hobbies que hacen competencia son comunes en cuanto al género, los estudios son el gran interrogante. “Está claro que para ambos son importantes, pero en el caso de los niños puede haber una visualización de un futuro profesional en el deporte. No verse opciones profesionales no son una barrera para ellas, pero sí para sus familias. Por eso es importante educar al entorno en la necesidad de hacer deporte por salud y por lograr habilidades y capacidades”.

En esa desigualdad entre hombres y mujeres, destaca los siguientes puntos:

  • Indefensión aprendida: las jugadoras perciben un trato diferente en cuanto a horarios de entreno, espacios, capacidades de entrenadores y entrenadoras y recursos humanos. 
  • Profecía autoincumplida: detectan los obstáculos para llegar a ser profesional, lo que les lleva a intentarlo con poca fuerza o a abandonar sin intentarlo. 
  • Invisibilidad: no se puede desear lo que no existe. 

“Falta la mirada femenina”

En el estudio se observan desajustes entre la percepción de los entrenadores participantes y la realidad que comentan las protagonistas. Estos desajustes, dice Rovira, se deben a que la mirada femenina no está. “Hay un mayor porcentaje de hombres en estos puestos, por lo que lo que se percibe parte de la mirada de ellos y condiciona el resultado. Si les preguntas por su trabajo, te dirán que lo hacen muy bien. Si les preguntas si sus entrenamientos son aburridos, te dirán que no”.

Mientras cambian los factores, externos, la autora del estudio centra su atención en la autonomía de las propias niñas y el trabajo a conciencia con la ayuda de entrenadores, con quienes tienen contacto directo. “Deben darse pequeñas gratificaciones en el disfrute del deporte porque les va a repercutir a nivel salud para el resto de su vida”, insiste, aunque esté lejos de ser profesional. “Solo un 1% de la población que practica deporte llega a la élite”.

Baloncesto, niñas y el lenguaje como construcción de la realidad

Para Rovira, el lenguaje utilizado en el entorno del baloncesto, incluyendo los medios de comunicación, es esencial a la hora de crear un marco social positivo para ellas. “Para poder cambiar esto, tenemos que verlo no como una confrontación ni una guerra, sino algo que nos va a favorecer a todos. Vamos a enfocarnos en lo positivo, en las cosas que hemos conseguido. Las injusticias no tienen que hacernos sentir resentimiento, sino capacidad para unirnos a hombres y mujeres valientes que quieran cambiar”.

Para ello, aprovecha su participación comentando partidos de liga en televisión para utilizar los términos que considera adecuados. “Construimos la realidad con lo que decimos. Por eso siempre hablo de agresividad, fuerza, poder, rapidez, inteligencia… Adjetivos que tienen que ir asociados a la mujer y que se alejan de la vulnerabilidad. Necesitamos un lenguaje descriptivo sobre las buenas capacidades para lograr un discurso potente”, añade.

Educación integral necesaria

Para paliar los factores que restan al clima motivacional, el estudio plantea una intervención especial en la educación con tres ideas determinantes:

  1. Los colegios como optimizadores de actividades extraescolares dirigidas al deporte y recomendación de obligatoriedad de las mismas a la par que un incremento de horas de Educación Física en periodo lectivo. 
  2. Escuelas de Padres para fomentar la cultura deportiva.
  3. Perspectiva del disfrute en la base, con un baloncesto menos competitivo que tenga a niños y niñas divirtiéndose. 

“Es importante dirigir los entrenamientos a la tarea, a que disfruten, y no al ego ,que provoca frustración por la competición y las divisiones. En esta etapa tienen que divertirse y no sentir ansiedad o presión extra donde solo los buenos se salvan, porque es un modelo basado en la selección natural muy opuesto a la necesidad formativa, a entender el deporte como actividad esencial para la salud”, concluye.

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