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Primera Plana Movimiento contra la discriminación de la mujer en Irán: «Los estadios son para todos»

Marca.- Tengo la esperanza de que la Federación y las autoridades iraníes sean receptivas a nuestros repetidos llamamientos para abordar esta situación inaceptable […] Tenemos una delegación de miembros de la FIFA en Irán en este momento y espero escuchar buenas noticias de ellos. Nuestra posición es clara y firme. Se debe permitir que las mujeres entren en estadios de fútbol en Irán. Entendemos que hay pasos y procesos que deben tomarse antes de que esto se haga de manera adecuada y segura, pero ahora es el momento de cambiar las cosas».

Mucha prisa no es que se diera.

Porque hubo que esperar casi dos semanas, hasta el jueves 19, para conocer la opinión directa de Gianni Infantino, presidente del máximo organismo del balompié. Los llamamientos en cuestión de momento apenas pueden presumir de éxitos parciales, como el de que esas mujeres puedan asistir al partido del próximo 10 de octubre entre Irán y Camboya, clasificatorio para el Mundial 22. ¿Y después? ¿Y en las competiciones domésticas?

Amnistía Internacional lo ha dejado claro: «No es suficiente». Y ha exigido «medidas importantes de inmediato para levantar la prohibición de que las mujeres ingresen al estadio y eliminar la discriminación contra las que quieren disfrutar del fútbol». En ese sentido conviene recordar los propios estatutos de la institución futbolística, concretamente sus artículos 3 («la FIFA tiene el firme compromiso de respetar los derechos humanos reconocidos por la comunidad internacional y se esforzará por garantizar el respeto de estos derechos») y 4 («está prohibida la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por cuestiones de raza, color de piel, origen étnico, nacional o social, género, discapacidad, lengua, religión, posicionamiento político o de cualquier otra índole, poder adquisitivo, lugar de nacimiento o procedencia, orientación sexual o por cualquier otra razón, y será sancionable con suspensión o expulsión»).

¿Se ha suspendido a Irán? No ¿Se ha expulsado a Irán? No ¿Discrimina Irán por razón de género? Hasta el momento sí. No vale con reiterar los llamamientos..

Sahar Khodayari era una joven aficionada que hace casi tres semanas puso fin a su vida inmolándose. Había intentado entrar en el Azadi Stadium disfrazada de hombre, para seguir en vivo un partido de la Liga de Campeones de la Confederación Asiática, concretamente el que iba a enfrentar a ‘su’ Esteghlal, equipo más laureado del país, con el Al-Ain de Emiratos. Fue descubierta en el acceso, sin embargo, y eso puso en marcha la maquinaria del régimen: abierto el correspondiente sumario, pendiente de juicio como estaba, se supone que prefirió el que se entiende como fuego purificador a una cárcel que daba por segura.

A partir de ahí su caso presenta aristas, entre otras cosas porque ya se ha encargado de ello el oficialismoí: Sahar sufría un trastorno bipolar al que aluden constantemente ciertos medios locales como única explicación de su actitud, desde el poder judicial se asegura que no había sentencia aún porque ni siquiera se había celebrado el juicio, las fotografías de un cuerpo completamente vendado en un hospital de Teherán que corresponden supuestamente a la víctima han circulado a través de las redes con todas las dudas que eso puede generar…

«Somos cobardes»

Hay sendas cuestiones que sí parecen claras. Una: Sahar Khodayari ha muerto. Dos: Irán minimiza a las mujeres en aspectos del día a día, entre los que se encuentra el acceso a los espectáculos deportivos. Así, que más allá del sufrimiento personal y más allá del dolor familiar, su pérdida se ha convertido inmediatamente en símbolo de la lucha contra la discriminación y en denuncia de la inacción de las instituciones.

Así ha nacido la leyenda de ‘Blue Girl’, porque ésos son los colores de un Esteghlal que el pasado fin de semana afrontaba el derbi ante el Persépolis (rival deportivo que en todo caso fue de los primeros en alzar la voz tras la muerte de Sahar) y que circula en una tristísima antepenúltima plaza, bien cierto es que apenas se han disputado cinco jornadas de un campeonato con 16 equipos.

Las reacciones se han sucedido en el Planeta Fútbol, así que apenas se puede dar salida a unas cuantas. En España destacó la del Betis, prescindiendo por una vez del verde de su escudo: «Incluso si han pasado algunos días, no queremos olvidarnos de esto. Por respeto, tolerancia e igualdad. Hombres y mujeres. Niños y niñas. Los estadios son para todos. Hoy nos ponemos azules en memoria de Sahar Khodayari. DEP». Algo similar había hecho la Roma, prescindiendo del amarillo y del rojo en un mensaje enviado a través de su cuenta oficial en persa. En Alemania hubo que atender una vez más a la afición del Union Berlin, especialmente comprometida para cualquier causa social, que recordó a la víctima con pancartas desde la grada de uno de sus estadios.

El movimiento Open Stadiums lleva años en una lucha que lamentablemente se populariza ahora y ha recogido buena parte de esas respuestas. Por contundente, incluido el uso de mayúsculas, destaca una desde el entorno del propio Esteghlal: «Nos apoyó a pesar de que la política lo hizo ilegal para ella, pero… ¿qué podemos hacer nosotros para apoyarla? ABSOLUTAMENTE NADA. Somos cobardes».

La República Islámica que se instauró en Irán tras la revolución de 1979 acabó con la figura del sha que acaparaba la dinastía Pahlevi, pero también con buena parte de los derechos que habían adquirido las mujeres en las últimas décadas, asumiendo de buena gana los argumentos de clérigos ultraconservadores. No hay, por ejemplo, ley alguna que prohíba el acceso a los estadios: se trata del uso establecido con el paso de los años, más allá de que algún dirigente se haya empeñado más o menos en acabar con él. El propio presidente actual, Hasán Rohaní, se preguntaba en su momento si las mujeres debían pagar por el hecho de que los hombres maldijeran en los estadios, uno de los curiosos argumentos utilizados para respaldar la discriminación.

Así que, más allá de momentos puntuales como otro partido de la selección, curiosamente ante España, disputado en Rusia pero que se pudo seguir a través de pantallas gigantes en Teherán («Ellas son las que ganaron esta noche. Esperemos que la primera de muchas…», escribió Sergio Ramos), Irán se mantiene como excepción a una regla que ni siquiera Arabia Saudí pudo conservar: las mujeres conquistaron el derecho a entrar en los recintos deportivos del reino apenas en 2018, cierto es que se mantienen discordias que pueden sonar absurdas desde un punto de vista occidental, la de acceder solas o la de ocupar los mismos asientos que los hombres, pero que no acaban de resolverse. La Supercopa italiana que disputaron este mismo año Juventus y Milan en Yeda fue ejemplo de ello… y conviene recordar que el nuevo formato de la nuestra está fijado para enero de 2020, con cuatro equipos (Barcelona, Valencia, Real Madrid y Atlético), y que la aún desconocida sede bien podría estar en Oriente Medio.

El femenino existe aunque lo haya tenido y tenga muchísimo más difícil (vaivenes políticos, limitaciones de vestuario, moral restrictiva… el ‘boom’ internacional se contempla desde la distancia), pero lo cierto es que Irán tiene un fútbol masculino del que presumir. Más allá de que ganara tres Copas de Asia consecutivas, de eso han pasado muchos años, destaca el hecho de que llegara a situarse decimoquinto en el ránking de la ya citada FIFA o de que se haya ganado un puesto para la fase final en cuatro de los seis últimos Mundiales. El mencionado en el párrafo anterior dejó un sabor agridulce en el país, toda vez que estuvo a punto de conseguirse lo que nunca se ha conseguido: superar la ronda de grupos. Una victoria ante Marruecos, un empate ante Portugal y una derrota mínima en el citado duelo ante La Roja valieron cuatro puntos históricos, aunque insuficientes por apenas uno para meterse en octavos.

La cuestión pasa indefectiblemente por que llegue el día en que cualquier ciudadano del país, con independencia de su condición, sea libre de apoyar a esa selección o al equipo que prefiera, sin sentirse perseguido por ello. Por que llegue el día, de otro modo, en que los estatutos de la FIFA no suenen en la República a papel mojado. De momento, el día 10, Irán-Camboya. En Teherán y con mujeres en la grada, si es que no hay contraorden.

En memoria de Sahar Khodayari. En recuerdo de ‘Blue Girl’…

Paradojas de la vida y del fútbol, Azadi en varias lenguas significa libertad.

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