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¿Puede convertirse el covid en un caldo de cultivo para el bullying? Padres, atentos a las tres C

  • Haber padecido coronavirus puede ser una manera de señalar en la vuelta a las aulas

  • «Los niños están, sobre todo, desconcertados, desmotivados y tristes por haber perdido su forma habitual de relacionarse»

  • Los padres deben estar atentos a las tres C: cambios, campanas y cuerpo

Telecinco.- La pandemia del coronavirus se ha filtrado en nuestras vidas modificándolas por completo y cambiando los hábitos del día a día, pero uno de los grupos a los que más ha afectado ha sido a los menores. Los expertos piden a las instituciones que se ponga especial atención a cómo lo están viviendo los niños y cómo está afectado a sus vidas.

En el Día Mundial del Docente, los educadores alzan la voz para advertir del efecto que puede tener el coronavirus en un mal endémico de las aulas, el acoso escolar. Durante el inicio de este atípico curso se ha estado muy pendientes de las medidas de seguridad contra el coronavirus en los centros escolares, pero no se debe olvidar que desgraciadamente existe otro problema que los sufren miles de niños.

Durante el confinamiento no se logró mitigar los efectos del acoso que, a través de las redes sociales, se trasladó del colegio a los hogares.

Cómo ha cambiado el acoso escolar con la pandemia

Carmen Cabestany, profesora, presidenta de la Asociación No Al Acoso Escolar y jurado de los reconocimientos ‘Dilo Todo Contra el Bullying’ ha hablado con Informativos Telecinco sobre esta problemática. Desde la asociación advierten que la pandemia puede generar un caldo de cultivo para un nuevo bullying escolar con nuevas amenazas y necesidades en el entorno escolar sobre las que debemos tomar conciencia.

Cabestany asegura que «aún es pronto” para saber si la pandemia ha cambiado la forma de ejercer el acoso escolar, «pero es previsible que la situación sanitaria incida en la forma de relacionarse de los niños y que haber padecido covid19 sea una manera más de señalar a alguien».

No en vano, «algunos de los niños tienen miedo al contagio. Probablemente, se lo han inculcado en casa, donde padres y televisiones no hacen más que hablar de virus, contagios, peligros, muertes… No sería extraño que algunos marginasen a un compañero si alguien de su entorno más cercano ha enfermado».

Por el momento, desde la asociaciones que luchan contra el bullying están observado el inicio de este nuevo curso y cómo está afectando a los menores la situación: «los niños están, sobre todo, desconcertados, desmotivados y tristes por haber perdido su forma habitual de relacionarse entre ellos y con sus maestros. El tiempo dirá si esa desgana y el estrés que puede producir esta nueva situación podrían llevarles a revertir su frustración sobre otros. También es cierto que el hecho de ir embozados favorece la impunidad»

Padres, atentos a las tres C

No existe un perfil concreto de alumno acosado al que poner especial atención, como defiende la profesora, pero sí hay colectivos concretos a los que llama «diana», que serían «niños con síndrome de Down, con autismo, con altas capacidades», es decir aquellos niños que «presentan alguna diferencia respecto de los demás. Por eso es tan importante educar a nuestros hijos y alumnos en el respeto al otro y a la diversidad»

La experta da las claves para que desde casa podamos advertir que algo no va bien en el entorno del menor, «hay que tener en cuenta tres palabras que empiezan por ‘C’»:

  • CAMBIOS: en los resultados académicos, en itinerarios, en los ritmos del sueño y de la comida, cambios de amigos y de carácter (frecuentemente, la víctima se muestra irritable).
  • CAMPANAS: ‘Hacer campanas’ es ‘hacer novillos’ (absentismo). Los niños acosados no quieren ir al colegio. Se suelen poner mal los domingos por la tarde (ansiedad, cefaleas, diarreas…)
  • CUERPO: El lenguaje corporal nos da todas las pistas: arrastran los pies, tienen la mirada triste, encogen los hombros, caminan con la cabeza gacha… Además, se visten mucho porque quieren pasar desapercibidos. ¡El cuerpo no miente!

¿A ser malo se aprende?

Una de las grandes preguntas y temores de los padres en estos casos es enfrentarse a la realidad de la maldad, que también existe en las aulas. La pregunta es si a ser malo también se aprende. «En parte sí. Según algunos experimente parece evidente que existe una bondad innata en los niños pequeños. La gran pregunta es «¿en qué momento y por qué pueden volverse crueles con otros niños? Probablemente, esto se deba, en parte, a que reproducen lo que ven en su entorno, y resulta que hay demasiada violencia a su alrededor (videojuegos, televisión, algunas familias…).  También es cierto que algunos menores se divierten, sin más, haciendo daño a otros. Por eso es importante que tengan referentes positivos (padres, maestros, youtubers…) y que familia y escuela pongan límites claros para poner coto a los comportamientos violentos»

Los docentes no están formados en acoso escolar

La presidenta de la Asociación Di No al Acoso denuncia dejadez por parte de la Administración, que infravalora el bullying: «Los docentes no están formados en acoso escolar porque la Administración educativa considera el bullying un tema menor y no lo incluye en los planes de estudios de Magisterio, Pedagogía, Psicología… Esto hace que les resulte difícil darse cuenta de que tienen en su aula un caso de maltrato. Para detectarlo pueden fijarse en estas señales:

  • La víctima suele llegar tarde a clase porque no quiere coincidir con sus agresores. El profesor, que ignora lo que sucede, suele amonestar a quien le interrumpe la clase sistemáticamente con sus retrasos.
  • El acosado suele pedir permiso para ir al baño fuera de horas, a veces inmediatamente después del recreo. El docente le suele recriminar que no haya ido a la hora del patio. No sabe que en los lavabos se cometen muchas vejaciones: mojarles la ropa, encerrarlos, meterles la cabeza en la taza del wáter, bajarles los pantalones, filmarlos mientras hacen sus necesidades.
  • El niño que sufre bullying no quiere salir a la pizarra porque sabe que se expone a las burlas y mofas de los demás. Suelen reírse de cómo viste, de cómo actúa, de cómo habla… Eso hace que se pongan nerviosos y que, aun sabiendo lo que les preguntan, se queden en blanco.
  • Si son pequeños, buscan el ‘profe-paraguas’. Se acercan mucho y buscan cualquier excusa para estar junto a él para sentirse protegidos.
  • Otras señales son: tristeza, aislamiento, bajada de notas, absentismo, desconcentración.

Cabestany cree que los docentes no tienen autoridad para cambiar las cosas, «pueden hacer, individualmente, lo que puedan por sus alumnos. Algunos se forman por su cuenta para poder ayudarles mejor» y señala que «las directrices y los medios tienen que venir de arriba, de esos despachos repletos de buenas intenciones pero frecuentemente alejados de la realidad de las aulas e insensibles al dolor de los niños».

¿Cómo va a afectar a los niños el aislamiento y el miedo?

Los menores son los más sensibles a esta nueva normalidad donde el aislamiento y el miedo son dos constantes en estos últimos meses. La experta destaca que esta nueva forma de relacionarse «no tocarse, no abrazarse, no besarse, no poder ver las expresiones del otro, desconfiar de él. Eso lleva a los niños a la frustración y al aislamiento, al «confinamiento interior», a la rabia. Si no pueden, o no saben gestionar sus emociones, es fácil que se desborden y viertan su malestar sobre otros».

Tecnología vs contacto

Durante la pandemia hemos visto como los docentes se enfrentaban a nuevos retos de la noche a la mañana y muchos padres desde casa han valorado más que nunca el trabajo que los profesores hacen cada día. Ya con la vuelta al cole, la dedicación y la imaginación que ejercen los docentes siguen siendo esenciales en esta nueva normalidad, un papel fundamental que incluso el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, ha querido destacar recientemente en rueda de prensa.

Cabestany defiende que «un buen docente sabe enfrentarse a cualquier situación y hace siempre lo mejor por sus alumnos. También es cierto que el maestro vocacional suele preferir el contacto directo con sus pupilos».

La tecnología se ha convertido en aliado esencial en esta situación, por lo que «los profesores tendrán que reinventarse y aprender a manejar bien las nuevas tecnologías, que son muy útiles en estos casos», si bien es cierto que el contacto directo con el alumno es mucho más motivador para el profesor, «ninguna tecnología suple el contacto directo que permite mirar a los niños a los ojos. Hay que estar alerta ante una posible deshumanización de la educación«, advierte la experta.

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