Refugiados sirios ofrecen su testimonio en la escena teatral

Fuente: El País
Fecha: 29/05/2018

La obra ‘Kalimat’ (Palabras) inicia en La Abadía un ciclo en torno al drama del exilio en diferentes contextos

Sin filtros, adueñándose de su propio relato, alejado de la literatura y los discursos políticos, diez refugiados sirios en el campo de Nea Kavala, en Grecia, escriben para la escena teatral su vida diaria desde que la guerra les obligó a abandonar su amado país. Es un relato estremecedor y emotivo, directo y sencillo, feliz en ocasiones, sobre el trágico viaje hacia el exilio y el dolor de toparse con una Europa insolidaria y, en ocasiones, cruel. El espectáculo Kalimat(Palabras) da voz a cinco hombres y cinco mujeres, con nombres y apellidos, para componer un testimonio plagado de horrores. Con dramaturgia de Helena Tornero y bajo la dirección de Jorge PicóKalimat se representa este miércoles en una lectura dramatizada en el Teatro de la Abadía, en Madrid, en una función solidaria a beneficio del proyecto Paramythádes (en griego Contadores de historias). Con esta obra, La Abadía inaugura un ciclo, con cuatro montajes más y un espectáculo musical, en torno al drama de los desplazados, refugiados y exiliados en diferentes contextos y realidades.

«Es como una pequeña ciudad a la espera de la nada». El desánimo de Fátima Faraj es grande en el campo de Nea Kavala, adonde llegó tras un viaje atroz procedente de Quneitra, al sur de Siria. Lo hizo acompañada de sus hermanas y su madre, Kahmissa, tras una primera huida de los hombres de la casa, desertores de la guerra. Hoy, Fátima, que dejó por fin Nea Kavala el 21 de septiembre de 2017, vive en Colonia (Alemania), pero su madre continúa en Grecia. El testimonio de Fátima forma parte de Kalimat, cuyo subtítulo es Yo antes era persona, que surge a partir de un encargo del Teatre Nacional de Catalunya, con dramaturgia de Helena Tornero (Figueres, Girona, 1973), cuyo objetivo era componer una historia real con los refugiados sirios que fueron llegando al campo griego, un antiguo aeropuerto militar, con los que realizó allí mismo un taller de teatro.

El hambre, la falta de servicios sanitarios, la burocracia, la indignidad y las situaciones kafkianas, como la exigencia de inscribirse en un programa de distribución de refugiados a través de Skype, con una sola línea telefónica en el campo que rara vez funciona, se van sucediendo a lo largo de este relato de un colectivo que, como denuncia Tornero, ha quedado en el olvido. “Como dramaturga les pedí que hablaran de su día a día. No se ha cambiado ningún testimonio, lo que hemos hecho ha sido ordenar el relato y darle forma cronológica”, asegura Tornero, que ha jugado en el montaje con la combinación de personajes y narradores.

En la versión castellana, que dirige Jorge Picó, colaboran actores como Isabel Ordaz, Susi Sánchez, Ernesto Arias o José Luis Alcobendas, entre otros, que van dando cuerpo y voz a las palabras de los hombres y mujeres refugiados, desde unos atriles dispuestos sobre el escenario y unas ropas usadas tiradas en él. «Estos testimonios ayudan a que se vayan abriendo grietas en el muro de la incomprensión. Es una manera de ayudar a que el mundo se compadezca de ellos políticamente, a que su situación no se olvide y se difumine”, asegura Picó, para quien su tarea como director se centra en que esta lectura no sea un tratado de buenas intenciones, sino de convertirlo en verdadero teatro.

“La palabra y el teatro sirven también para las personas y más a estos hombres y mujeres, aunque lo verdaderamente importante es que hubiera una solución política a su drama. Ellos, que han descubierto las miserias de esa Europa idealizada y defensora de los derechos humanos, han entrado en la poesía y el teatro para que su indignación no se convierta en odio”, añade Picó, que en la versión en catalán representó al personaje de Ahmed Alhamso, el único de los refugiados que vive en España, en Barcelona, donde acaba de empezar a estudiar teatro.

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