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Repunte de la violencia de las bandas latinas en Madrid durante el verano: 11 reyertas, dos tiroteos y pandilleros más jóvenes reclutados por redes sociales

El Mundo.- El verano ha dejado un repunte de la violencia callejera entre pandilleros en la capital. Desde principios de junio se han contabilizado en la capital 11 reyertas y dos tiroteos entre miembros de bandas latinas rivales con un saldo de 14 heridos graves y ocho leves, según los datos de los servicios de emergencia de la capital. Arganzuela, Usera, San Blas, Vallecas y Villlaverde han sido los escenarios de estas disputas sangrientas en la que los implicados siguen siendo cada vez más jóvenes. En el tiroteo de la pizzería, el 5 de julio, el autor fue un menor de la banda de los DDP que disparó a los miembros del grupo rival, los Trinitarios.

La situación preocupa entre los policías y los sindicatos SUP, Jupol y ASP (Alternativa Sindical de Policía) han pedido a Interior más medios para combatir esta violencia juvenil. «Nos estamos acostumbrando a las puñaladas y reyertas y los políticos no quieren contemplar el problema. Hay niños implicados con machetes y, por ejemplo, habría que castigar con pena de cárcel el simple hecho de portar un arma blanca», explicaba Alfredo Perdiguero, portavoz de ASP. «Vamos hacia atrás y encima quieren reformar la Ley de Seguridad Ciudadana para que no podamos realizar cacheos preventivos», se lamentaba Laura García, portavoz de Jupol. También la propia Vicealcaldesa de la capital, Inmaculada Sanz, subrayó hace pocos días que el plan antibandas implementado hace dos años y medio por la Delegación del Gobierno en Madrid no funciona y pidió «leyes más duras» para combatir esta violencia.

Oficialmente, no hay datos sobre si la violencia entre bandas ha crecido este año en la región. Desde la Delegación de Gobierno aseguran que aún no están publicadas las estadísticas correspondientes al verano. Con todo, el pasado el delegado del Gobierno dibujó un panorama benigno para la seguridad en Madrid. «Por cuarto año tenemos una reducción sólida de la criminalidad convencional, eso es lo importante, que la seguridad real de los madrileños y madrileñas evoluciona en una buena línea a pesar del alarmismo y el populismo con el que algunos dirigentes políticos del PP se manejan en estos ámbitos en los que hay que ser muchísimo más serio y más responsable para no generar falsas alarmas que lo único que hacen es asustar a los ciudadanos», aseguró Francisco Martín, delegado del Gobierno.

Lo cierto es que bandas latinas casi dormidas como los Latin King han vuelto a reaparecer y hay nuevos grupos de pandilleros como el 68 que se ha hecho popular en Alcobendas y pueblos cercanos por algún enfrentamiento violento.

Hacer bajar a un DDP» o «ubicando trinitarios». Estos son algunos de los mantras que se hallan a través de una simple búsqueda en la red social TikTok. La lupa arroja cientos de resultados sobre la actividad de las bandas latinas que operan en Madrid. Al visualizar alguno de los vídeos alojados en la red, se observa la violencia empleada para disputarse sus zonas de control. A través de los coros (pequeñas agrupaciones por zonas) se reparten el pastel territorial por la región.

Con canciones de drill de fondo, el género musical por antonomasia de los pandilleros, los jóvenes sacan músculo en redes obligando a otros de la banda rival a hacer gestos contra su voluntad. Estaciones de Metro como Empalme, Ascao, o Campamento son testigos mudos de las fechorías de estas agrupaciones que apenas han obtenido la titulación de Primaria cuando ya han empuñado un machete.

Los Dominican Don’t Play (DDP) y los Trinitarios son las dos bandas más activas de la capital. Los primeros, identificados a través del rojo, blanco y azul. Los segundos, con el verde. Ambos portan armas blancas de diversa longitud como cuchillos o bolomachetes.

Distritos como Puente de Vallecas, Villaverde o Usera están en jaque por la presencia de pandilleros. Y es que los delitos que llevan a sus espaldas son algunos como lesiones, pertenencia a organización criminal, tentativa de homicidio o incluso llegando a consumarlo. Los agentes de la Brigada de Información, la unidad policial competente en estos sucesos, peinan las zonas calientes de los coros para evitar su propagación.

Desde el Centro de Ayuda Cristiano tratan de reconducir a estos jóvenes y consideran que son «bandas en general», dado que la atribución de «latinas» cada vez es menos común. «Son de otras denominaciones. Lo importante es que son muy penetrantes en la sociedad», añaden desde esta institución.

Alberto Díaz, pastor del centro cristiano, señala que el perfil del joven reclutado se suele dar en «niños solos, donde los padres mantienen largas jornadas laborales». También aquellos que permanecen un tiempo extenso delante de las pantallas en redes sociales o en los parques y los que han sufrido problemas de bullying o tengan la autoestima baja. «En ese momento es cuando la banda llena ese vacío. Es un sentimiento de poder, de pertenencia a un grupo. Las bandas tienen su atractivo, a través de la moda, música, los saludos… y ofrecen popularidad y poder adquisitivo. Para un niño, 20 euros ya es dinero. Además de ofrecer relaciones sexuales a edades tempranas. También les dicen ‘Si tienes problemas cuéntanoslos que nosotros te vamos a defender’», mantiene el pastor, analizando las causas del fenómeno.

Las actividades que realiza el pastor Díaz junto con el resto de sus compañeros para evitar que los jóvenes caigan en bandas son diversas. Desde juegos para la integración y talleres artísticos hasta el acompañamiento en la reinserción laboral. Y todo esto llega si se consigue salir de aquella espiral de violencia en la que están envueltos los pandilleros.

«Salir es casi imposible. Saben que van a tener problemas físicos y jurídicos. A veces lo pagan con la propia vida», comenta Díaz. Pero la estancia en el grupo tampoco es sencilla. De manera periódica, y dependiendo del rango que ostenten en la banda, deben abonar una cuota. Y si no se cumple, hay castigos como el minuto de pared. Este escarmiento consiste en recibir una lluvia de golpes por parte del resto de integrantes de la banda durante 60 segundos.

El Centro de Ayuda Cristiano, que brinda sus servicios desde hace siete años y ha ayudado a 300 jóvenes según subrayan, no es el único salvavidas que da una segunda oportunidad a los ex pandilleros. El proyecto Barrio más joven, de la federación Injucam, realiza torneos deportivos, podcasts o talleres de rap para chicos y chicas que han estado en estos grupos. «Buscamos su motivación, no les decimos de hacer esto o lo otro, son todo propuestas»

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