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Sandra Palo: 15 años del asesinato que encarnó la maldad

Fuente: La Vanguardia
Fecha: 17/05/2018

La joven fue violada, atropellada y quemada viva hace 15 años por una manada de cuatro hombres; sólo el que tenía 18 años sigue en prisión

¿Qué es la maldad? Cualidad de malo y acción mala o injusta, según las dos acepciones de la Real Academia Española. Otra posibilidad es leer los hechos probados de la sentencia del Juzgado de Menores número 5 de Madrid del 13 de octubre del 2005 contra los asesinos y violadores de Sandra Palo. Lo que allí se cuenta fue, según palabras de la fiscal, “una de las muertes más desproporcionadas, viles, inhumanas y sangrantes que existen”. Este jueves se cumplen 15 años de uno de los crímenes más monstruosos de las últimas décadas en España. Sandra Palo, con un 53 por ciento de disminución, tenía 22 años. Varias veces suplicó a sus asaltantes que la dejaran marchar porque al día siguiente su hermano Ismael celebraba la primera comunión.

La secuestraron a punta de navaja cuando esperaba el autobús junto a un amigo, en Madrid. Cuatro jóvenes, el mayor de 18 años, dos de 16 y uno de 14, la banda del chupete se hacían llamar, la violaron por turnos en un descampado. Cuando terminaron, mientras Sandra trataba de vestirse y huir, decidieron matarla para que no los pudiera delatar. Al volante de un Citroën ZX robado pocas horas antes en Alcorcón, atropellaron a la joven, empotrándola contra un muro. La muchacha cayó al suelo y pasaron por encima de su cuerpo, marcha adelante y marcha atrás, en reiteradas ocasiones, al menos diez veces, recordaron los asesinos.

 

Después decidieron quemarla para destruir cualquier huella que les pudiera incriminar. Se dirigieron los cuatro hasta una estación de servicio y allí compraron un euro de gasolina en una botella de plástico. Regresaron y pese a ver que Sandra seguía viva y movía los brazos despacio, la rociaron de combustible y le prendieron fuego. La autopsia determinó que a la joven, “la niña” como siempre la llamaba su madre, la quemaron viva.

La sentencia se ajustó a la ley del Menor, vigente a día de hoy. Los dos condenados de 16 años pasaron ocho años de privación de libertad en un centro de menores y otros cinco de libertad vigilada. El más pequeño, de 14 años, estuvo cuatro años en un centro y otros tres de libertad vigilada. Y el mayor de edad, que entonces tenía 18, fue condenado a 64 años de cárcel y es el único que a día de hoy sigue en prisión. El Rafita, Ramón, Ramoncín y Francisco Javier Astorga, el Malaguita, integraban la manada que acabó despiadadamente con la vida de Sandra Palo.

Pese a que los programas de reinserción en menores logran cuotas de éxito altísimas de casi un 90%, en este caso, el trabajo de los mediadores, psicólogos y trabajadores de los centros por los que pasaron los cuatro asesinos de Sandra no logró ningún buen resultado. Los tres menores atesoran a día de hoy un dilatado historial delictivo que suma un total de 47 detenciones en estos 15 años. Nunca sintieron empatía, ni siquiera compasión por los padres y hermanos de la joven asesinada. El Rafita, el más conocido de aquella jauría, llegó a declarar en una ocasión: “Nací malo”.

La memoria de Sandra Palo se mantiene viva a través de la lucha de su madre. Marimar Bermúdez lleva 15 años batallando por la reforma de la ley del Menor. Sus gritos, con el rostro desencajado, durante el juicio del mayor de los asesinos de su hija aún retumban en las conciencias de los políticos con los que se ha entrevistado en todos estos años.

Durante los primeros meses, tras el crimen y al conocer los detalles y el sufrimiento que padeció su hija, se quedó sin habla. Era tanto el dolor que estuvo un tiempo sin poder articular una sola palabra. Cuando recuperó la voz decidió que el suyo debía ser el grito “de las víctimas de segunda categoría”: las asesinadas a manos de criminales menores de edad. La mujer, a la que sólo sus dos nietos y sus perras le devuelven de tanto en tanto la sonrisa, sigue batallando por un nuevo marco legal que amplíe el tiempo de internamiento de los menores cuando son responsables de delitos muy graves. El máximo de condena siguen siendo ocho años y otros cinco de libertad vigilada. Esta es la pena a la que con probabilidad será condenado el menor de 16 años que hace tres semanas confesó ser el autor del asesinato de Leticia Rosino, de 33 años, el pasado 3 de mayo en Castrogonzalo, Zamora.

La familia de la víctima, liderada por la pareja de la joven, David Alonso, ha iniciado una campaña en la que se suma a otras voces como la madre de Sandra Palo y que exigen una reforma de la ley que a día de hoy, la mayoría de responsables políticos, juristas, psicólogos y trabajadores sociales prefieren dejar como está.

Les avala unas estadísticas que reflejan como en la última década se ha producido un descenso en las infracciones penales cometidas por menores. Casi 13.000 adolescentes de entre 14 y 17 años fueron condenados en el 2016, lo que supone un 30% menos que en el 2010. En ese 2016 se cometieron en España 45 homicidios y asesinatos. “Los crímenes son hechos aislados”, asegura Javier Urra, psicólogo forense y el que fuera el primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid. Aunque no pierde de vista que la Fiscalía General del Estado ya advirtió que en el 2016 los delitos cometidos por menores que más aumentaban eran contra la libertad sexual. En ese año se registraron 795 abusos sexuales y 476 agresiones sexuales, un incremento en porcentaje similar a la subida por esos mismos delitos en los mayores de edad.

La familia y los amigos de Sandra Palo la recordarán este mediodía en un acto que se celebrará en la Puerta del Sol de Madrid. Han pasado ya 15 años y nadie ha pedido perdón por tanta maldad y crueldad.

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