Segundo ataque racista en Murcia en una semana

El País.- Al asesinato de un ciudadano marroquí en Mazarrón le sigue una puñalada a una mujer en una cola de alimentos en Cartagena: “¡Sudaca! ¡Nos quitan la comida!”

La comunidad extranjera murciana lleva varios días alterada por los ataques racistas. El domingo un hombre de 52 años, militar retirado, asesinó de tres tiros a quemarropa en un bar de Mazarrón a Younes Bilal, un ciudadano marroquí de 37 años, casado con una española y con tres hijos. Este miércoles por la tarde, en la calle Carlos V de Cartagena, una mujer apuñaló a otra en la cola de alimentos del economato de Caritas al grito de “¡Sudaca! ¡Nos quitan la comida!”, según fuentes policiales. Los agentes de la Policía Nacional detuvieron a la presunta agresora, a la que califican de “problemática y conocida en la localidad”.

La vida de los extranjeros se tensa en una región con casi 222.000 inmigrantes. La última víctima del racismo que describen las asociaciones de inmigrantes de la región “está fuera de peligro, pero la puñalada le llegó hasta el riñón”, señalan fuentes policiales, que esperan a tomarle declaración “cuando esté recuperada”. La agresora se enfrenta a “un delito de lesiones o de tentativa de homicidio”, señalan las mismas fuentes, y también de odio, “si finalmente la víctima lo denuncia como un ataque racista”, advierten.

Según la ONG Caritas en Cartagena, la víctima es una mujer que acudió al banco de alimentos de la diócesis con su madre, como otras veces, ya que “es usuaria” del servicio. “No es el caso de la agresora”, según señalan, que no está registrada en la diócesis.

Frente al movimiento que ambos hechos han generado entre las ONG y los colectivos de inmigrantes, las reacciones políticas han sido escasas y tardías. El alcalde de Mazarrón reconocía el miércoles que acudió a la manifestación del pasado martes en repulsa por el asesinato de Younes Bilal “como un ciudadano más” y calificaba de “racista y xenófobo” el crimen, pero admitía no haber llevado a cabo ningún acto institucional específico al respecto. Aseguró que se trataba de “un hecho puntual” y recordó “la presión social” que imprimen los “inapropiados” discursos de odio.

Murcia es una comunidad donde Vox arrasó en las Generales de 2019 (fue la lista más votada), y donde promovió una moción conjunta en el Ayuntamiento murciano con PP y Cs para que sonara el himno de España en las aulas cada mañana. Finalmente se aprobó que se hiciera solo en “días señalados”. Murcia ha sido además recientemente epicentro político nacional, desencadenando el transfuguismo y la debacle del partido de Inés Arrimadas y provocando la convocatoria de elecciones en Madrid, donde arrasó Isabel Díaz Ayuso (PP).

Este jueves, cuatro días después del crimen contra Bilal, y tras las denuncias de colectivos como la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes (ATIM), los portavoces parlamentarios de todos los grupos políticos en la Asamblea Regional elevaron al pleno una declaración institucional de condena por el asesinato del domingo y de solidaridad con la comunidad marroquí de la región: “La Asamblea de Murcia manifiesta la más enérgica condena al asesinato racista de Younes Bilal (…), motivada por prejuicios racistas intolerables en una sociedad democrática”.

La declaración de la asamblea va más allá, y liga los ataques a los discursos de odio de la ultraderecha: “Condena los discursos de odio alimentados por una ultraderecha xenófoba, cuyos efectos ya está padeciendo la región de Murcia de forma trágica”. La declaración está apoyada por el grupo parlamentario de Vox y su portavoz, Juan José Liarte. Pero esta firma puede llevar a engaño sobre la posición del partido de Santiago Abascal. Liarte y otros dos de los cuatro diputados elegidos por el partido de extrema derecha en las elecciones autonómicas de mayo de 2019 están fuera del partido, que solo reconoce como propio al diputado Pascual Salvador. No obstante, los cuatro diputados —los tres díscolos y Salvador— formalmente siguen perteneciendo al mismo grupo con la denominación de Vox, que es previa a la escisión.

Por su parte, ATIM manifestó este miércoles su “indignación, estupor y dolor” por lo ocurrido y enmarcó “este último episodio de brutalidad racista contra los marroquíes y Marruecos en la campaña mediática por la crisis diplomática entre España y Marruecos, basada en estereotipos y prejuicios trasnochados”.

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