El teatro como terapia para adolescentes
Fuente: El Mundo
Fecha: 08/02/2017
Al acabar la función, muchos adolescentes te cuentan sus casos reales… y eso es tremendo. En la primera representación, una chica de 13 años nos relató cómo la acosaban en su anterior colegio, los insultos que recibía, cómo tuvo que perder un año escolar al cambiarse de centro… Otro chico tuvo que salir llorando antes del final porque no aguantaba verse reflejado». El dramaturgo José Padilla cuenta emocionado algunas de las reacciones a Papel, su función sobre el acoso escolar que, a lo largo de sus más de 30 funciones han visto más de 8.000 escolares en centros educativos de la Comunidad de Madrid.
El director José Luis Arellano, quien capitanea La Joven Compañía, una formación teatral en la que aúna el talento de jóvenes de 18 a 26 años y profesionales de la escena, coincide con Padilla sobre lo poderoso que puede ser el teatro para espectadores adolescentes que han pasado por procesos tan traumáticos. «En Punk Rock mostrábamos un caso de bullying bastante salvaje. Había dos clases de respuestas. Algunos señalaban al agresor y decían: ‘Yo soy ése’ Y se producía una catarsis terrorífica al verse retratados. Luego estaban los que, a la salida, esperaban en la oscuridad a los actores y, al chaval al que maltrataban, le decían: ‘Yo soy tú’. Tuvimos que preparar a nuestros intérpretes para que supieran lidiar con ello».Arellano va a colaborar con el novelista y dramaturgo Fernando J. López, que adaptará para La Joven Compañía La edad de la ira, una novela con la que fue finalista al premio Nadal y que habla de la homosexualidad en la escuela y el acoso. Precisamente, López ha escrito para el Centro Dramático Nacional #Malditos16 un montaje sobre el suicidio adolescente, la segunda causa de mortalidad entre esta franja de edad, que ha colgado el cartel de no hay localidades en el Teatro María Guerrero, tanto para sus funciones regulares como para las matinales dedicadas a institutos. «Hubo centros que nos dijeron que si íbamos a hablar de suicidio, no podían llevar a los alumnos. Pero se acabó agotando todo. No podemos abordar la adolescencia desde el miedo y los tabúes.
El discurso cultural es muy condescendiente con los jóvenes, pero ellos se enfrentan a cosas realmente radicales. La adolescencia es donde forjas tu identidad y ellos lo viven en un contexto de falta de oportunidades y en el que tienen que pelear por nuestras migajas».Con sus respectivos proyectos, Padilla, Arellano y López quieren abordar el teatro juvenil desde puntos de vista que nada tienen que ver con esa condescendencia mencionada y que creen que ha alejado a los menores de la escena. Este trío, al que reunimos entre los pupitres de #Malditos16, son la punta de lanza de un nuevo teatro juvenil que empieza a fraguarse en nuestro país y que aspira a ahondar en sus problemas y tribulaciones. «Necesitamos devolverle el teatro a los adolescentes porque se lo hemos arrebatado. Nosotros, los profesionales, los primeros. Hemos recubierto la escena de una solemnidad ampulosa y, en las obras dirigidas a ellos, una moralina insufrible», cuenta Padilla, quien para escribir Papel estuvo repasado vídeos de YouTubers como El Rubius para utilizar un lenguaje y estructura que les fuera próximos. Fernando J. López, quien además de novelista y dramaturgo es docente, opina que la escena puede ser muy útil, incluso terapéutica, para los chicos en edad escolar por la capacidad que tiene de ser un espejo en el que mirarse. «Les puede abrir horizontes. Servirles para que se vean así mismos y a los demás. Para mí, es fundamental porque el teatro genera empatía.
Estás en una sala en comunión con otros espectadores y eso es especial». Esa empatía también es fundamental para Arellano. «La sociedad ahora es muy individualista, muy de estar cada uno en su casa tras una pantalla. Por lo que veo con los chicos con los que trato, muchas veces el único lugar de conexión que tienen en las plazas es el famoso botellón. En el teatro les puedes hablar de tú a tú y puede ser un punto de encuentro en el que puedan mirarse y sentir una catarsis». Por estas cuestiones, este trío está de acuerdo en que llevar a las tablas temas controvertidos, y hasta ahora casi inéditos, como el suicidio o el acoso escolar, es necesario. Y, además, hacerlo desde una perspectiva adulta. «Los adolescentes huelen en seguida cuando les pones un cebo pensado para ellos y lo que quieren es integrarse en el mundo adulto. Además, me rebelo contra esa idea de que los jóvenes no consumen cultura. Sólo tienes que ver la demanda de series y las colas en el cine… Habría que preguntarse por qué teatro, no. En España se lee poco pero son los jóvenes quienes más leen. Todos los fenómenos literarios son adolescentes, porque si algo les gusta en seguida quieren compartirlo y son muy entusiastas», cuenta López, quien ha publicado novelas como El reino de las tres lunas. Arellano coincide con esta visión y se lamenta porque no exista tradición de teatro juvenil en nuestro país. Su Joven Compañía actualmente representa La isla del tesoro, de Stevenson, en el Teatro Conde Duque y él se queja de que «en España no encontramos clásicos como éste». Pero el género está revitalizándose. Y algo comienza a cambiar con estas nuevas y arriesgadas apuestas.
