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Tecnología para estudiar y atajar el ‘bullying’

Fuente: El Mundo
Fecha: 08/05/2018

El centro tecnológico Eurecat y la corporación sanitaria Parc Taulí arrancan un proyecto de investigación que usará Realidad Virtual y neurociencia para fomentar la empatía contra el acoso escolar.

En el caso de Ed Sheeran fue un ojo vago, unas gafas enormes y un severo problema de tartamudez. En el de Taylor Swift, ser demasiado alta y «un poco rarita». Megan Fox recuerda que fueron sus azulísimos ojos y prominentes pestañas. Y Miley Cyrus, estar demasiado delgada y tener algo de acné. Los nombres (y sus conocidos rostros) siguen: Eminem, Eva Longoria, Jennifer Lawrence, Justin Bieber, Kate Winslet… todos fueron, en su momento, víctimas del bullying.

Si bien es cierto que hoy la cosa aparenta estar algo más controlada; las nuevas generaciones, más sensibilizadas, y los padres y educadores, más involucrados, el problema permanece ahí. Agravado, encima, por la existencia de un nuevo canal de asedio, Internet, que lo extiende a las 24 horas del día.

Contra eso: información, talleres, actividades y educación. Pero también investigación y nuevas tecnologías. Pronto arrancará, de hecho, un estudio de investigación impulsado por la corporación sanitaria Parc Taulí de Sabadell y el centro tecnológico Eurecat (miembro de Tecnio) y apoyado por el programa RecerCaixa de la Obra Social «la Caixa» y la Asociació Catalana d’Universitats Públiques, para prevenir el acoso escolar en Secundaria usando entornos de Realidad Virtual cocreados por los mismos alumnos. Y, de paso, recopilar información sobre los efectos psicofisiológicos del bullying (a víctima, agresor y observadores) para mejorar el modo de atajarlo.

En definitiva: aprovechar el potencial de la Realidad Virtual para fomentar la empatía de los alumnos hacia las víctimas de acoso escolar. «Se sabe que esta tecnología, el hecho de ponerte en un entorno virtual con el que se obtiene una visión en primera persona de la situación, ayuda a empatizar con la forma de ver el mundo de otras personas diferentes a ti«, expone el investigador de la unidad de Data Science y Big Data de Eurecat, Miguel Barreda. «Por otro lado, sabemos que para prevenir el bullying, una de las claves está en trabajar la empatía de los alumnos, no sólo la de aquellos que actúan como acosadores, también la del resto de alumnos que no intervienen».

La idea es aunar sendos conocimientos y llevar a cabo un proyecto, cuya logística se apoyaría en tres grupos de estudiantes, unos encargados de idear, representar y grabar con cámaras de vídeo 360 grados escenas de distintos casos de acoso escolar; otro que utilizaría la Realidad Virtual para vivir la escena y un tercer grupo responsable del control, más centrado en comparar resultados que en participar.

«Si consigues que la persona tenga una experiencia en primera persona, vivirá en sus carnes la situación de alguien que está siendo agredido, y eso da una perspectiva mucho más realista que favorece todas las habilidades de empatía«, dice el jefe de Salud Mental y coordinador del Área de Neurociencias de Parc Taulí, Narcís Cardoner. «Pensamos que esto es una fórmula que provoca aprendizaje, un cambio mucho más intenso y potente».

Sin menoscabar, aclara, la importancia de las estrategias habituales como son las sesiones divulgativas o los talleres. «Hablo de añadir esto para que el impacto sea mucho más potente y robusto».

Para profundizar mucho más en la cuestión, ambas entidades han añadido, a tal proyecto, trazas de investigación científica. «Queremos obtener muestras de cada grupo, imágenes de la actividad cerebral con resonancias magnéticas mientras realizan tests experimentales de empatía«, explica Miguel Barreda. «Miraríamos la actividad cerebral y la respuesta psicofisiológica, medidas que dan información sobre el proceso cognitivo y emocional».

Por ejemplo, cómo varía el ritmo cardíaco, la conductividad de la piel, la respiración, la actividad de algunos músculos de la cara… Todo aquello que revela cómo uno se siente ante el acoso escolar, diga lo que diga su discurso verbal.

«Podremos establecer patrones y relaciones, ver qué actitudes tiene la gente, qué comportamientos acepta y cuáles no acepta», resume Narcís Cardoner. «Esto nos permite diseñar una intervención acorde a todo ello».

Lo que subyace, en el discurso de ambos investigadores, es que creemos saber mucho más de lo que realmente sabemos del bullying. «La realidad del acoso escolar es mucho más compleja de lo que tenemos concebido como tal: muchas veces la víctima puede ser agresor, el agresor convertirse en víctima y la gente que los rodea puede tener una actitud pasiva, activa o incluso agresora«, expresa el mismo Cardoner, sin saberlo, totalmente alineado con el discurso de María Zabay, víctima hace años de dicho problema y autora (junto con Antonio Casado) del libroTodos contra el bullying (Planeta de libros), donde propone claves para detectar, evitar y solucionar el acoso escolar.

«El bullying es el menoscabo reiterado tanto de la salud física como de la mental, es un daño repetido de forma incesante», explica la misma. «No se puede hablar de bullying cuando un niño eventualmente se pelea con otro, están una semana dándose patadas o sin hablarse: lo hay cuando hay un ensañamiento constante contra una persona».

Una conducta que puede conllevar todo tipo de consecuencias en la víctima, más o menos graves. «Estas personas sienten que no valen nada, algo que le labrará muchas menos opciones profesionales (no se habrán atrevido a probar cosas que sus compañeros si prueban, así que en edad adulta habrán hecho muchas menos cosas), y una inseguridad que arrastrarán», comparte Zabay.

Todo lo que depende de los adultos relacionados con el niño, en este sentido, debe ir dirigido, esencialmente, a reforzar su autoestima. La del acosado, y la del acosador.

«Hay una serie de niños que son intrínsecamente malos, que son sociópatas, pero es un número ínfimo», explica, al respecto de la persona acosadora, la autora del libro. «Gran parte de los niños, sea por tener una madre alcohólica, un padre que pega a la madre, o sencillamente, unos padres que trabajan mucho y no están todo lo que es necesario con él, arrastran un trauma y buscan el protagonismo que creen no tener en su entorno, en su grupo de iguales. Y se imponen ante el más débil«. De ahí su receta. «Hay que reforzar su autoestima, ensalzar sus virtudes, demostrarle que se le quiere, que se está orgulloso de él: cuando un niño se siente querido, respaldado y valorado no necesita sentirse mejor acosando a otro».

El abogado penalista especializado en bullying con quien ésta ha escrito el libro, Antonio Casado, suscribe todas y cada una de sus palabras, y añade que si cualquier medida conciliadora y educativa falla (insiste en que deben haberse probado otras opciones antes) se puede contar con la intervención de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, que tienen divisiones centradas en este tipo de conflictos sociales.

Aclarado eso, su demanda, la que da por terminada la conversación: «lo que no puede ser es que en temas de prevención, acoso escolar o sucedáneos no se esté legislando nada«. Y remata: «No se pueden tener 17 maneras de hacer las cosas, con 17 protocolos de acoso escolar, uno por cada comunidad autónoma y cada colegio, su plan propio de convivencia».

Sí le concede, por contra, algo a la fiscalía: lograr evitar la reiteración delictiva. «Lo más importante de un delito es que no se reproduzca, claro que lo ideal sería que no se ejecutara, todo llegará, pero de momento, lo importante es que no se repita».

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