‘Valentina’, doble salto con tirabuzón del cine español
Público.- Chelo Loureiro, nombre de referencia del cine de animación español, debuta como directora con un musical, ‘Valentina’, primera producción nacional protagonizada por una niña con Síndrome de Down y primera dirigida por una mujer desde 2016. Nominada a Mejor Película de Animación en los Premios Goya 2022.
En España un 10% de la población tiene algún tipo de discapacidad reconocida. Son las cifras oficiales, pero si atendemos a nuestras propias carencias, inseguridades y complejos, «todos tenemos alguna discapacidad». Desde esta convicción, la cineasta Chelo Loureiro, que detecta con más placer las afinidades que las diferencias, ha pegado un guantazo a las etiquetas para contar la historia de una niña que no se deja acobardar por mucho que intenten desanimarla los adultos y que va a perseguir su sueño de ser trapecista.
Se llama Valentina y, por cierto es la primera niña con Síndrome de Down que protagoniza una producción española. Es también la primera película de animación dirigida por una mujer en los últimos cinco años en nuestro país. «Se trata de normalizar y también de dar a conocer las capacidades», dice la directora, guionista y productora, referente imprescindible del cine de animación español y mujer cineasta ‘disciplinada’ en el trabajo en positivo, en las aportaciones que suman.
De ahí que Valentina no sea una película sobre la discapacidad, sino la historia de una niña, de sus sueños, sus amigos, aventuras… «Es la historia de una niña y su actitud activa respecto a lo que le pasa, una niña por la que no hay que sentir compasión ni una exacerbada admiración, solo empatía».
Reeferentes imprenscindibles
Lo consigue. Valentina es divertida, vital y, muy importante, decidida y directa. Ni ella ni Chelo Loureiro evitan temas espinosos, por mucho que la película vaya destinada a público de preesecolar, primera infancia.
En este musical de animación todo está calculado a la medida de estas dos mujeres –la niña de ficción y la creadora real-, si hay que mostrar dudas, se muestran; si hay que desterrarlas, se las destierra… A los niños con Síndrome de Down se les corta las alas, mientras que al resto se les estimula, por ello casi uno de los primeros deseos de Valentina en esta historia es el de «dejar de ser Síndrome de Down». Un anhelo que, poco más de una hora después, ha abandonado porque ha aprendido que «solo tienes que ser tú».
Con la voz de Lucía Seren (en la versión gallega) y Josephine Lockhart (en la versión en castellano), la película es también el relato de una maravillosa relación, la de Valentina con su abuela, que revela la importancia de los referentes. Con la voz de la cantante lírica María Manuela, la Abuela es una mujer que se niega a que la traten como a alguien incapaz a causa de su edad y sigue estudiando música para llegar algún día a dirigir una orquesta. Es el ejemplo real que necesita Valentina para entender eso que la Abuela le dice de que las orugas se convierten en mariposas. Lucía Seren y Josephine Lockhart, por cierto, tienen Síndrome de Down.
La edad ‘esponja’
«La Abuela puede servir de espejo para quien se enfrente al duro reto de educar; la abuela de Valentina la quiere, la cuida y la estimula sin juzgarla. Todo el mundo quiere lo mejor para la infancia pero, sean como sean los niños y niñas, hay determinados pasos que toda persona necesita hacer por su propio pie. Este mensaje es válido para cualquier ser humano, con discapacidad o sin ella –dice la directora-. Es válido también para el otro extremo de la vida, porque la Abuela no está dispuesta a que la etiqueta de anciana le arrebate todo lo que todavía sueña con hacer».
Valentina, con guion de la directora y Lúa Testa, banda sonora de Nani García, con canciones de Emilio Aragón y diseño de personajes y fondos de David Pintor, es una película pensada especialmente para los más pequeños, menores de siete años, que es la edad ‘esponja’ en la que los niños, de acuerdo con los psicólogos infantiles, consolidan los valores a partir de los que construirán sus personalidad.
Una carrera inspiradora
A esa edad, la directora Chelo Loureiro ya entendió lo venenosas que podían ser algunas miradas. Su hermana contrajo la polio cuando ella tenía dos años. Empezó a convivir, por las estancias en el hospital, con niñas y niños con dificultades especiales. «Y comprobé que ellos vivían su infancia con total normalidad, porque sus hospitalizaciones y sus diferencias, para ellos eran normales porque eran cotidianas. Era el resto de la gente quien los hacía sentirse extraños. Desde entonces tuve en mi cabeza la necesidad de contar una historia protagonizada por una persona considerada diferente. Diferente a los ojos de los demás, porque Valentina siente, sueña, ríe, se enfada y vive su aventura como cualquier otra niña».
Valentina, que se ha vivido como un ejercicio de inclusión, con la participación de varias niñas con Síndrome de Down, es la primera película española de animación dirigida por una mujer desde el año 2016, en que Agurtzane Intxaurraga hizo Teresa y Tim. La anterior fue en 2013, El extraordinario viaje de Lucius Dumb, de Maite Ruiz de Austri. A ellas se suma ahora Chelo Loureiro, productora clave en el género, con más de 18 producciones y los galardones más prestigiosos. Y ello con una carrera que, a los ojos de los demás, podría resultar atípica, tanto como el sueño de su personaje, pero que es, sin duda, altísimamente inspiradora.
Fundadora de El Diario de Ferrol, primera mujer que trabajó en la oficina técnica de un astillero, gerente en la Galería de Sargadelos… Loureiro llegó al audiovisual cuando ya había cumplido 45 años y ha debutado como directora con alguno más de sesenta. Y lo ha hecho en medio de una gravísima crisis en el sector de la animación en España.
Actualmente, las productoras españolas tienen enormes dificultades para contratar a animadores en nuestro país. Desde que comenzó la pandemia y se normalizó el trabajo en casa, los animadores españoles –muy demandados en EEUU.- son prácticamente inalcanzables para las obras en nuestro país. Ya no tienen que irse a vivir al extranjero, están solicitadísimos y cobran alrededor de 80.000 euros al año, una cifra fuera de las posibilidades de las producciones nacionales.