VIOLETA FRIEDMAN
Os presentamos a nuestra Presidenta de Honor: Violeta Friedman, superviviente del campo de exterminio nazi de Auschwitz, testigo del aquel horror y cuyo testimonio junto a su espíritu de lucha alimentaron la memoria histórica de la ciudadanía de nuestro país, nos ayudó a conocer la singularidad de la barbarie nazi, responsable de un genocidio que acabó con la vida de más de once millones de personas.
Violeta nació en una pequeña ciudad de la región de Transilvania llamada Marghita (Rumanía) en abril de 1930. De familia judía, su vida estuvo marcada, como la millones de personas por la trágica experiencia de los campos de exterminio nazis. Antes de cumplir los catorce años fué deportada, con otros miembros de su familia al campo de Auschwitz donde el nazi doctor Mengele decidió la muerte de millón y medio de personas.
Solo Violeta y su hermana de su familia sobrevivieron al genocidio, perdiendo a sus padres, abuelos y bisabuela en las cámaras de gas. En aquel campo de exterminio, organizado por Rudolf Hess según mandato del jefe de las SS Heinrich Himmler, iban los presos políticos, los presos de guerra y principalmente las personas de los pueblos condenados a desaparecer: los judíos y los gitanos.
Después de la liberación de Auschwitz, el 27 de enero de 1945, el mayor campo de exterminio de la II Guerra Mundial, Violeta Friedman viajó a Canadá y se caso en Venezuela, esforzándose como muchos supervivientes de la gran tragedia en olvidar. Tras rehacer su vida y con fuertes crisis psíquicas, se trasladó con sus dos hijos a España, donde residiría desde mediados de los años 60.
Su compromiso con los Derechos Humanos y su lucha contra todas las manifestaciones de intolerancia tuvieron como destino a toda la sociedad y especialmente los jóvenes.
«He querido contar mi historia sencillamente como un testimonio más, para que no se olvide nunca, para que los testimonios de quienes allí estuvimos sean una antorcha que ilumine a nuestros hijos por el camino de la Tolerancia y la Paz. Quizá, y este es mi mayor deseo, así las semillas del odio no vuelvan a brotar de nuevo, y el mundo pueda decir siempre, lo que nosotros jamás nos cansaremos de repetir: nunca más».
Violeta Friedman